sábado, 23 de agosto de 2014

Relatos salvajes - Crítica


La crispación

Finalmente se estrena la esperadísima Relatos salvajes, tras esa postergación de una semana que no hizo más que alimentar la ansiedad y las expectativas en el público. Gran aparato promocional de un film que, de antemano, parecía que encastraba todas las piezas en su lugar, al reunir un reparto de ensueño, un tráiler potente y una serie de historias sugerentes. Todo bajo la manga de Damián Szifrón, una de esas mentes brillantes a la hora del desarrollo y de la creatividad. Un director minucioso y con un amplio abanico de conocimientos, algo que se percibe cada vez que nos topamos con una producción suya. El creador de la inolvidable serie Los Simuladores construye una película feroz, osada, violenta y desfachatada. Una propuesta brava que además sale airosa por su admirable riqueza técnica.
En Relatos salvajes algo está por explotar. Todo el tiempo. Es una bomba a punto de ser detonada, con las consecuencias extremas que ello puede llegar a ocasionar. Seis episodios distintos que encuentran en común la locura, el desparpajo y el desorden de sus personajes ante situaciones que los desbordan. Ya no sirve tomar aire y contar hasta diez, los problemas y conflictos en los que se ven envueltas las figuras que componen cada mini historia superan su tolerancia, abriendo paso a que esparzan y desparramen de su interior los comportamientos y las acciones más bestiales.


El director de Tiempo de Valientes ha demostrado ser sumamente hábil a la hora de destilar humor en las secuencias de sus creaciones. Con un estilo muy particular, la socarronería está a la orden del día en los relatos que nos exhibe. Una comedia negrísima, disfrutable, que incursiona casi constantemente en la sátira, en algunos delirios y hasta en el absurdo (especialmente en el capítulo que inicia la cinta) de un modo en el que el espectador se pueda sentir a gusto e incluso cómplice en determinadas circunstancias.
Es cierto que existen episodios que tienen mayor vigor y poder de enlace que otros. Si bien en líneas generales cada uno tiene lo suyo y son bastante parejos en cuanto al espectáculo que brindan, es factible que el que le toca protagonizar a Érica Rivas, si bien no está nada mal concebido, no posea la misma energía que los demás a causa de un estiramiento de minutos al momento de darle un cierre.


Relatos salvajes es atroz. Su reparto cumple con creces; da gusto ver a Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Rita Cortese, Oscar Martínez y Leonardo Sbaraglia, entre otros, en una obra cinematográfica. Szifrón maneja la cámara con holgura y también los silencios de una forma exquisita para generar rigidez en cada historia. En oportunidades la tensión es tan prominente que da lugar a que cualquier cosa pueda suceder, inquietando en escalas crecientes al observador.
Un film que conecta desde el arranque, que contiene una crítica social (siempre con su peculiar tono) y que no escatima a la hora de exponer mordazmente la corrupción. Imperdible.

LO MEJOR: la sátira, las situaciones extremas de cada historia. Las actuaciones. Muy bien realizada. Bestial, salvaje, osada, entretenida. De tan tensa se vuelve impredecible.
LO PEOR: el último episodio. Si bien es bueno no se equipara con los anteriores.

PUNTAJE: 9

lunes, 18 de agosto de 2014

Noé - Crítica


Diluvio, obsesiones y deseos

Noé emerge con la imagen de Russell Crowe a la cabeza y bajo la manga de ese polémico director llamado Darren Aronofsky, encargado de imprimirle su sello a un relato bíblico, con todo lo que ello puede implicar. El realizador de Pi: Faith in Chaos, Black Swan y aquella durísima y excesiva obra de culto titulada Requiem for a Dream, entre otras, ha sabido ganarse acérrimos defensores y también detractores a lo largo de su carrera. Su cine no tiene medias tintas, divide aguas. Y este tipo de narraciones no escapa a la excepción, puesto que puede generar controversia dependiendo de qué lado se encuentre el espectador en cuanto a creencias y modos de ver los acontecimientos.
Aronofsky, para muchos visionario, para otros un provocador, se toma sus libertades a la hora de representar en la gran pantalla la historia del Arca. Más allá de las opiniones diversas que pueda suscitar, resulta como mínimo cautivante observar con cautela y curiosidad la plasmación de los hechos desde la mirada del creador de The Fountain; el nacido en Brooklyn no se ata ni se encierra en lo literal y se anima, una vez más, a abrirle las puertas al debate. Para ello cuenta con un Russell Crowe de gran interpretación, con una conducta obsesiva y tenaz, encarnando a un Noé que muta y se enceguece con su cometido. También, con autonomía, le da vida a unos rocosos seres denominados Los Vigilantes y juega, favorecido por una estética más que sugerente, a brindarnos una serie de pasajes oníricos. Tampoco le tiembla el pulso al momento de añadirle una cuota de salvajismo y de crudeza a algunas que otras secuencias.


El film, casi apocalíptico y con una inspección crítica hacia la conducta y la naturaleza humana, tiene sus intermitencias y declives. Si bien mayoritariamente la proyección se percibe interesante y hasta con buenas dosis de tensión, las más de dos horas de metraje le restan algunos puntos en lo que concierne a fuerza de enlace.
El director nos libra de la armonía y se inclina hacia un espectáculo visual con instancias o tintes de cine pochoclero, y a la vez le agrega oscuridad a muchos de sus personajes, los mismos que motivados por sus deseos cultivan lenta e interiormente un espíritu rebelde.
Noé es atrayente de antemano, desde el vamos, por tratarse de un texto sagrado, con todo lo que ello conlleva, y por la particularidad con la que un realizador controversial como Aronofsky pueda volcar su perspectiva, su panorama y su siempre especial estilo.

LO MEJOR: propuesta jugada. Buenas actuaciones, principalmente de Crowe. Gran puesta en escena. Se presta a debates.
LO PEOR: se hace algo extensa. Le sobran algunos minutos.

PUNTAJE: 6,5

lunes, 11 de agosto de 2014

Guardianes de la Galaxia - Crítica


Aventura y chispa en el espacio

Marvel sigue convocando gente a las salas. Parece haber encontrado la fórmula o, mínimamente, haberla perfeccionado para seguir fabricando productos tan rendidores como taquilleros. Algo llama la atención en Guardianes de la Galaxia ya desde su tráiler, difícil de definir. En dicho adelanto unos cuantos personajes de diferentes formas, especies e incluso colores se presentan como una sugerencia que aparenta y da pequeñas muestras de humor. James Gunn, su director, tiene gran mérito a la hora de moldear a esas personalidades en lo que concierne a cualidades carismáticas propias de cada uno, siendo tal vez el mayor acierto y lo que permite que el film se mantenga con una equilibrada vivacidad durante los 120 minutos de metraje.
Una aventura cósmica sumamente entretenida y con un ritmo que destila energía en cada secuencia que se expone. Guardianes de la Galaxia no es lo mejor de Marvel ni mucho menos, pero claramente sabe cómo fusionar los elementos necesarios en su justa proporción para que el barco salga a flote y llegue a buen puerto. En este aspecto interviene una estética que por su pluralidad de tonalidades y sus vigorosos efectos especiales estimula al espectador a seguir la narración con animosidad.


Chris Pratt encabeza a un equipo de sujetos dispares encarnando a Peter Quill, conformando una buena performance. Zoe Saldana lo acompaña y cumple como Gamora. El resto merece una mención especial, puesto que son quienes representan los picos máximos en materia de conexión y enlace para con el público. Al rocoso Dave Bautista  le toca interpretar a Drax, un tipo temible por su apariencia que se va soltando a base de algunas buenas intervenciones graciosas. Rocket, un mapache charlatán y Groot, una especie de árbol de grandes dimensiones hacen la diferencia para acabar convirtiéndose en el atractivo principal de la historia. Son estos dos últimos los que se llevan todas las miradas y ocasionan los momentos más ocurrentes de la cinta.
No todo es color de rosa en la obra de James Gunn; si bien la mayoría de los gags funciona con creces, existen algunos que otros chistes que no explotan al carecer de ingenio o por acabar recayendo en ciertas dosis de infantilismo, por llamarlo de algún modo. También se dan determinadas resoluciones que por su naturaleza improbable se tornan discutibles, sobre todo hacia el tramo final.
Guardianes de la Galaxia vale la pena, sobreponiéndose los puntos positivos a los negativos. Divertida, espontánea, chispeante y ágil, traslada sus acontecimientos con descaro y frescura, resultando una propuesta disfrutable.

LO MEJOR: La diversidad de personajes. Groot y Rocket. La dinámica de la película. Colorida.
LO PEOR: pequeñas determinaciones discutibles. Cuando los gags no funcionan (pocas veces).

PUNTAJE: 7,4

jueves, 7 de agosto de 2014

Socios por accidente - Crítica


¿Le gustó o no le gustó?

Fabián Forte y Nicanor Loreti reúnen a este dúo bastante particular que despierta curiosidad en las personas, de acuerdo a cómo podrían llegar a desempeñarse aquí en Socios por accidente, una propuesta simpática pero poco novedosa que le abre las puertas a toda la familia. Muchos se acercan a las salas movilizados por esa inquietud que les infiere el hecho de ver a ambos personajes en el protagónico; otros, por considerarse netos seguidores de Pedro Alfonso o del propio José María Listorti.
Antes que nada, remontémonos a los orígenes de cada uno. Listorti, locutor y humorista, ha sabido ocasionar, a lo largo de su carrera, sensaciones opuestas entre los fieles televidentes. Un tipo que ha suscitado carcajadas desde aquella degustación de bebida en supermercados en las épocas de Videomatch, sección que se denominaba “Jugo Loco”, en la que la gente probaba un sorbo de ese extracto de horrible sabor y, ante las caras asqueadas de los participantes, nuestro presentador lanzaba el famoso “¿le gustó o no le gustó?”. También se lo ha visto con elevados grados de desfachatez en cámaras ocultas a famosos, ya sea pronunciándose como un poeta o bailarín de poca monta, o sometiéndolos a situaciones hilarantemente vergonzantes. Pedro Alfonso, por otra parte, más contemporáneo, ha sido productor de Ideas del sur, siendo convocado al staff de Showmatch. Acercándose a la modelo Paula Chaves y tras el visto bueno de la mirada de Marcelo Tinelli, el joven oriundo de Mármol fue ganando terreno, hasta empezar a participar en certámenes de baile, dentro del show, denominados Bailando por un Sueño.


En Socios por accidente, una suerte de comedia de acción estilo “buddy movie”, la fórmula a base del dúo principal funciona con intermitencias. Mientras que “Peter” encarna a un agente de Interpol, José María interpreta a un traductor de lengua rusa que debe prestar sus servicios para una misión peligrosa.
El comienzo y los primeros cuarenta minutos poseen un ritmo afable. Quizás existan ciertas cuestiones previsibles y algunos gags que, de tan reiterativos, pierden un poco de fuerza, pero también vale destacar el timing de Listorti a la hora de arrojar determinados chascarrillos. El comediante opera como el componente de la proyección que mejores momentos saca a relucir. Los pasajes de humor quedan limitados esencialmente a su aporte, por lo que su presencia resulta determinante a la hora de conectar al espectador con los sucesos.
La trama, sencilla y no del todo elaborada, tiene sus altibajos, puesto que la película no busca ahondar demasiado en la profundidad del guión sino simplemente agradar a través de circunstancias amenas y llevaderas. La historia pierde energía aproximándose al tramo final, sufriendo un leve declive en escenarios como el de la selva, por citar un ejemplo. Con pros y contras, Socios por accidente es entretenida en líneas generales, redondeando una performance regular.

LO MEJOR: algunas instancias humorísticas, a cargo de Listorti. Pedro Alfonso cumple, a pesar de no poseer experiencia en el rubro.
LO PEOR: intermitente, previsible, poco novedosa.

PUNTAJE: 5,2

sábado, 2 de agosto de 2014

Locke - Crítica


La importancia de los cimientos

Tom Hardy a bordo de su auto durante ochenta y pico de minutos. Recibe y realiza llamadas continuamente. Todo se exhibe en el interior del vehículo que conduce el protagonista. Locke, escrita y dirigida por Steven Knight, intenta demostrar que se puede llegar a construir un buen film con la utilización de muy pocos elementos y valiéndose tan solo de un escenario. En ese afán de mantenernos expectantes tropieza con algunas cuestiones que hacen que la historia pierda fuerza de enlace tornándose, de a ratos, algo reiterativa. Un tráiler potente y efusivo que atrae y sugiere; un relato que aun sin ser un mal producto, no acaba dejando un gran sabor.
Ivan Locke es un hombre casado, tiene dos hijos y una vida reconfortante. Trabaja en la construcción, sabe cómo manejar los asuntos en dicho rubro, muchos dependen de su organización y conocimientos para que una obra llegue a buen puerto. Algo rompe el molde y tambalea su estructura. Un llamado por el cual decide encaminarse hacia Londres a hacerse cargo de algo que requiere de su presencia. Entre tanto, sus compañeros laborales y su familia también necesitan de él, precisan saber qué le sucede y por qué se ausenta llevando a cabo ese viaje.


Película atmosférica, con la cámara enfocada sobre nuestro intérprete principal. Hardy vuelve a brindar una solvente actuación, basada en las expresiones faciales y gestuales. Se trata de una suerte de monólogo caracterizado por la complicación de las situaciones que se sortean a lo largo del metraje. La frialdad y la mesura con la que Locke maneja cada problemática tiene una doble faz: por un lado contribuye, al principio, para otorgarle una dosis de misterio a las tentativas que se van sorteando; por otra parte, y hacia la segunda mitad, le resta puntos en pasajes en los que la monotonía gana espacio.
Knight establece un notable parangón entre la profesión del personaje y su entorno. Ivan sabe que lo fundamental en todo ámbito reside en la cimentación de una base firme, sólida, para que el armazón no dé lugar a vibraciones que terminen desmoronándolo por completo. Eso sucede en el trabajo, en las relaciones humanas y afectivas, en la vida misma. El director de Hummingbird explora incluso los resentimientos del pasado como huellas que inciden o repercuten de cara al accionar futuro en un sujeto. Ivan se molesta y entristece, pero se siente seguro, decidido, nada aparenta hacerlo cambiar de parecer.
Si nos remitiésemos a films que portaron la particularidad de desenvolverse en un solo escenario, son citas casi obligadas Buried y la magnífica Phone Booth. Locke peca de no tener el mismo vigor y la propia tensión de las dos mencionadas, siendo factiblemente uno de los factores menos favorables de la proyección.
Original, con buena ambientación y estable encarnación, la cinta aprueba en el balance general, lejos de trascender y sin la energía o el empuje necesario como para elevarla un poco más.

LO MEJOR: Hardy, el comienzo, las problemáticas en las que se ve inmerso. Los resquemores y el accionar del personaje central.
LO PEOR: le falta nervio, tensión y dinámica, sobre todo al tramo final.

PUNTAJE: 6,5  

viernes, 1 de agosto de 2014

Los Indestructibles 3 - Crítica


Tipos rudos

Patrick Hughes le da vida a esta tercera entrega netamente pochoclera, orientada a un público específico, ese que viene aguardando hace tiempo para volver a verle las caras a viejas y prestigiosas estrellas que han dejado su huella en el mundo del cine. Los Indestructibles 3 no es para todos los gustos, sin embargo abarca y cubre un gran porcentaje de espectadores que se acercan a las salas a simplemente dejarse llevar por los estruendosos sucesos que se desarrollan y exhiben a base de explosiones, tiroteos, derroche de municiones, saltos y golpes. Una saga que comenzó bajo la manga del propio Stallone, como director y además como líder de la batuta en el protagónico. Quienes la critican acusan una alta previsibilidad y un guión pobre; con otra vara la miden sus seguidores, justificando que lo importante en este tipo de proyecciones radica en el simple hecho de observar a grandes íconos de la industria cinematográfica, juntos y en acción.
La base está. Se mantiene el mismo equipo de mercenarios que prevalecía y propinaba golpizas en las ediciones anteriores, esto es, con Stallone, Jason Statham, Terry Crews, Dolph Lundgren y Randy Couture. Lógicamente, también Arnold Schwarzenegger conserva su rol. Aquí tampoco se pierde la inclusión de nuevos y reconocidos rostros; así como entre la primera y la segunda parte figuras de la talla de Van Damme, Bruce Willis, Chuck Norris y Mickey Rourke hacían sus apariciones, en Los Indestructibles 3 le toca el turno a Harrison Ford, Wesley Snipes, Antonio Banderas y Mel Gibson, este último como Stonebanks, conformando una agradable y carismática interpretación como el villano de la historia.


En la película no hay sorpresas, acontecimientos inesperados ni ingeniosos giros argumentales. Todo se mueve al son del desparrame de cartuchos, metrallas y a aquellas cuestiones que permiten otorgarle dinamismo y adrenalina a la narración, algo que ya desde el arranque se hace presente con una entretenida secuencia. No hay nada novedoso o que se salga de la vaina respecto de los episodios precedentes. Los diálogos, entre sencillos y con algunos que otros leves momentos de chispa, simplemente cumplen con la función de ocupar algunos minutos más y darle un respiro a las escenas de acción.
No hay demasiada tela para cortar en el film. Una saga que llama la atención y atrae a partir de la parafernalia que acarrean los nombres que constituyen el elenco. Los Stallone, los Schwarzenegger, los Statham y los Gibson son los que le dan ese toque distintivo y es gracias a ellos que el producto suena algo mejor que si se tratase de actores menos afamados. Los Indestructibles 3 acaba siendo más de lo mismo, casi una suerte de placer culposo que cobra mayor dimensión por las mencionadas glorias del cine.

LO MEJOR: el reparto, la dinámica de la historia. La aparición y performance de Mel Gibson.
LO PEOR: no aporta nada nuevo. Es más extensa que las anteriores, algo que le juega en contra a la hora del enlace con el espectador.

PUNTAJE: 6