En escala decreciente
Seth Gordon, que venía de construir un más que modesto y divertidísimo producto
con Horrible Bosses, esta vez mete la
pata y le pifia feo en este intento de comedia protagonizado por Jason Bateman y Melissa McCarthy.
Ladrona de identidades arranca de manera potente, con buena vibra y sugiriéndonos que
presenciaremos una entretenida y graciosa película, pero a medida que pasan los
minutos ese esperanzador comienzo se va haciendo trizas a la par de la historia
y los descabellados acontecimientos que les van ocurriendo a los personajes
principales.
McCarthy es una compradora compulsiva, y en esta oportunidad, estafa a Bateman robándole su identidad desde una
punta a otra de la ciudad, valiéndose del crédito ilimitado de su tarjeta.
Lleva a cabo la operación aprovechando el nombre “unisex” del protagonista y
perjudicado en cuestión: Sandy, a quien la suerte parece darle la espalda
progresivamente viéndose implicado en numerosas situaciones irritantes cuando
va a buscar a cuya persona le tendió esa trampa.
Quizás lo más destacable radique en la garra que le pone a la
narración este dúo actoral y alguna que otra secuencia en donde se da un
entrecruce de las figuras que participan. Pero todo lo que sobra se tira de
cabeza hacia lo negativo, dado que falla en la parte de gags, no logra ascender
la tensión, decae cada vez más con el pasar del tiempo y, como si fuera poco,
se termina apelando a un sentimentalismo barato de nulo compromiso emocional
con el espectador que acaba casi insinuándose como una cinta familiar.
LO MEJOR: Bateman y McCarthy, en ese orden.
LO PEOR: no genera risas, la historia cae vertiginosamente en un pozo. La
resolución final.
PUNTAJE: 4,6