sábado, 29 de noviembre de 2014

Primicia mortal (Nightcrawler) - Crítica



Detrás de las noticias… y del morbo

Dan Gilroy lanza su ópera prima desde la faceta de director (como guionista se lo había conocido por proyecciones como The Bourne Legacy, por ejemplo), construyendo una propuesta impecable. Primicia mortal (Nightcrawler) ya asomaba de forma atractiva y prometedora desde lo que exhibía su poderoso y enérgico tráiler. Se trata de un film con muchos aciertos. Uno de los tinos principales radica en la elección del versátil Jake Gyllenhaal como protagonista, quien se muestra ojeroso, exaltado y cada vez más desquiciado con el correr de los minutos. El actor de Enemy, Prisoners, Source Code y otras tantas cintas, vuelve a lucirse llevando a cabo una interpretación descomunal con la que la obra obtiene unos puntos extra, cobrando mayor prestigio y calidad.
La historia nos enseña el andar de Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un joven que intenta ganarse la vida sin demasiado éxito al no encontrar trabajo. Una noche se encuentra de cara a un accidente y al presenciarlo, descubre el trabajo de quienes se encargan de filmar lo acontecido para ofrecerlo a los medios de comunicación. Es entonces cuando decide promoverse como “freelance” en el mundo del periodismo criminalista. Su perseverancia por el perfeccionamiento lo lleva cada vez con más fuerza hacia límites insospechados, tornándose un sujeto tan peligroso como las propias calles de Los Ángeles.


¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona con total de ganarse un puñado de dólares? La pregunta se responde con los hechos y movimientos que emprende Lou, sólo entendibles si lo analizamos desde su perverso comportamiento, ese que lo ubica dentro de lo que se denomina sociopatía. Los sociópatas son manipuladores, mentirosos por excelencia e impulsivos. Dan la apariencia de ser amables y cumplidos, pero su grado de crueldad y misantropía se encuentra siempre presente, a punto de salir y exponerse en cualquier momento.
Gyllenhaal da que hablar y su personaje mete miedo. La primera escena que lo vincula deja apenas un vestigio de lo que puede comenzar a dar. Ese muchacho con cara de bonachón no tiene frenos; tampoco reconoce lo malicioso como propio ni se siente culpable de sus acciones. Otra imperdible y memorable actuación que consolida a quien encarnó a Donnie Darko aún más en su carrera.


Primicia mortal se vale de la astucia de Dan Gilroy para abordar los acontecimientos desde la sátira, evidenciando una fuerte crítica hacia el papel de los medios e ilustrándonos como éstos no tienen escrúpulo alguno a la hora de llamar la atención y convocar a la audiencia. Las noticias con primeros planos sobre cuerpos ensangrentados y hechos de violencia se insertan en la pantalla televisiva, con todo el morbo que ello genera. Lou y otros tantos reporteros y/o camarógrafos están siempre merodeando las zonas en donde el crimen toma forma, entrometiéndose en los acordonamientos policiales e introduciendo el ojo de su cámara donde el asunto se advierta más truculento, para luego vender el material como pan caliente a las agencias.
La película cuenta además con una excelsa labor de fotografía que hace que las escenas se perciban en todo momento retorcidas, fiel al estilo malsano y feroz que sugiere la historia. Bañada de algunos pasajes de comedia negra y con firmes acompañamientos de Rene Russo, Bill Paxton y Riz Ahmed, el film redondea una performance más que favorable, a pesar de que quizás al metraje le sobren algunos minutos. Un ejercicio que no está tan alejado de la realidad, en donde los sucesos de mayor poder de perturbación son los que los noticiosos desean para generar un golpe de impacto y acaparar el enfermizo interés de los televidentes.

LO MEJOR: la bestial y descollante actuación de Jake Gyllenhaal. La sátira sobre el papel de los medios. De muy buena factura técnica.
LO PEOR: da la sensación de que cuesta darle un cierre.
PUNTAJE: 9

lunes, 24 de noviembre de 2014

El hombre más buscado (A Most Wanted Man) - Crítica



Hoffman + espionaje

El film dirigido por Anton Corbijn podrá tener sus contras o elementos que provoquen algunos declives en su desarrollo, pero se las ingenia para salir adelante y reponerse a dichas recaídas. Lo concreto es que se trata de un thriller de espionaje basado en una novela John le Carré, un especialista en la materia. Vale destacar que la presencia del fallecido Phillip Seymour Hoffman realza el status de la proyección (como solía suceder con cada aparición del protagonista de Capote en cualquier cinta) a base de una actuación solvente, firme y por demás sobria.
En El hombre más buscado, un joven mitad checheno, mitad ruso, arriba a Hamburgo con aires de misterio en su andar. Al parecer reclama la herencia de su padre, despertando y alertando a agencias de seguridad. La duda se focaliza en saber si el inmigrante representa un peligro inminente o si es una simple e inocente víctima.


En los relatos sobre espías y todo lo que rodea a ese peculiar universo, la dinámica no es un componente que cobre forma ni mucho menos. Lo importante aquí radica en saber cómo mantener expectante al observador y cómo abordar los acontecimientos. Si el ritmo es pausado pero existe una inquietud que movilice e incite a seguir la historia con atención, todo se hace más fácil de digerir. En la obra de Corbijn el nivel de interés varía conforme avanzan los minutos y las dificultades para enlazar al espectador se perciben con notoriedad. El director comienza de buena forma y se muestra dúctil a la hora de exhibirnos un producto atmosférico. Sabe, desde el arranque y hasta la primera mitad del film, cómo dosificar lo enigmático; para ello nos regala algunos pequeños trozos de lo que acontece y, cuando algo aparenta revelarse, de inmediato nos transporta a otra instancia con hábiles cortes de escena.
Hoffman se carga prácticamente la película al hombro y nos transmite seguridad en cada una de sus intervenciones. Contagia y conecta; sus expresiones, su manera de moverse y de gesticular se siente natural, enalteciendo su figura. Es atinado mencionar a un reparto que lo escolta con consistencia. Nina Hoss (Barbara), Willem Dafoe, Rachel McAdams, Daniel Brühl, Robin Wright y Grigoriy Dobrygin realizan un gran trabajo acompañando a nuestro intérprete central.
El hombre más buscado funciona por su capacidad narrativa y por los modos con los que palpa y vuelca a la pantalla lo relacionado con el espionaje y la investigación. Una historia que nos enseña lo frío y calculador que se requiere ser para sacar adelante un caso específico.
Dos horas de metraje distribuidas entre diálogos, indagaciones, contactos y suposiciones. No hay lugar para la acción, sí para algún que otro giro argumental, pero no de elevado calibre. Queda la sensación de que se podría haber apelado a cimentar secuencias de mayor poder de tensión, material existía de antemano para lograrlo. A pesar de sus defectos, la película de Corbijn pesa más gracias a la condición interpretativa de quienes conforman el elenco y a su aptitud para sobreponerse, de cara al desenlace, a las pendientes que se evidencian hacia la mitad del relato.

LO MEJOR: Philip Seymour Hoffman y otra notable labor. Bien narrada. Toma envión y fuerza hacia el final.
LO PEOR: carece de nervio o tensión. Sufre ciertos declives.
PUNTAJE: 6,2  

jueves, 20 de noviembre de 2014

Homefront - Crítica



El protector

Jason Statham se ha convertido en uno de los máximos exponentes del cine de acción contemporáneo. En cada film que le toca protagonizar da la sensación de realizar el mismo papel, el de tipo duro, demoledor, ese al que provocan (a veces innecesariamente como aquí en Homefront) y que responde con una dosis aleccionadora de golpes y tomas variadas.
En esta oportunidad, bajo dirección de Gary Fleder y con guión de otro gran ícono en el género como Sylvester Stallone, nuestro protagonista encarna a un ex agente de la DEA que, tras un paso no del todo certero en su última misión encubierta, decide alejarse del vértigo que le suponía dicha labor para comenzar una vida tranquila junto a su hija.
Homefront funciona mejor para todos aquellos seguidores del recio estilo de Statham aunque, a decir verdad, no se trate de una de las mejores proyecciones en que haya participado ni mucho menos. La historia, portadora de una introducción llevadera y amena, comienza a evidenciar algunas falencias en cuanto al ritmo elegido para exponer las situaciones que se desarrollan. A cada evento que se haya valido del impulso otorgado por una mínima bocanada de tensión, le sigue un declive notorio que hace que la narración avance a trompicones. La apelación a ciertas pinceladas de drama se siente algo forzada, topándonos con instancias que en su afán de añadirle desdicha al relato resultan poco pulidas. Este es un elemento que le juega en contra y le quita fuerza de enlace al asunto.


La película propone como punto de inflexión la venganza en un pueblo cuyos habitantes se rigen o se mueven por el enfado y el deseo de redención. James Franco oficia como villano de turno construyendo un personaje que se hace odiar rápidamente pero, si bien redondea una aceptable performance, no contagia de lleno al espectador. Las miradas se las lleva Statham, como en cada film que encabeza, siendo el encargado de defenderse de manera avasallante, repartiendo golpizas por doquier.
Homefront cuenta con una trama sencilla y poco novedosa que encuentra sus mejores formas cuando se aboca de lleno a las escenas más punzantes y de mayor éxtasis. Es en esos pasajes donde realmente se aprovecha la presencia del actor de Parker.
En líneas generales, se trata de una cinta de buen desempeño en lo que la define como ejercicio de acción, que lamentablemente sufre la opacidad que le otorga su intermitencia. Queda la sensación de que se podría haber exprimido un poco más la idea y entregar una aventura todavía más ágil.

LO MEJOR: Statham y los momentos de acción.
LO PEOR: irregular en su desarrollo. No aporta nada nuevo.

PUNTAJE: 5

viernes, 14 de noviembre de 2014

Tonto y Retonto 2 - Crítica



Fanáticos agradecidos

Vuelven Harry y Lloyd, para sorpresa de seguidores de Tonto y Retonto, una película que significó una suerte de clásico, dentro de una manera específica de hacer humor, para un cúmulo de seguidores. En 1994, los Farrelly se la jugaron con un torbellino de gags desopilantes repartidos entre distintas formas de irreverencia e incorrección política, algo que para muchos resultó un sinfín de risas y carcajadas, mientras que para otros una ridiculez absoluta.
Si bien han transcurrido veinte años, en Tonto y Retonto 2 las cosas no cambian demasiado respecto de la proyección que sirvió de apertura; los chistes mantienen el mismo nivel de grosería y el desarrollo de la historia se percibe también muy similar al de la cinta de los ’90. La fórmula se repite, probablemente con menos poder sorpresivo, pero es correcto afirmar que se trata de una más que digna secuela que funciona especialmente para entendidos y fanáticos de la predecesora. Para quienes no le encontraron gracia a la primera será mejor abstenerse.
Harry necesita un trasplante de riñón. Recibe una misiva que parece indicarle que ha sido padre tiempo atrás, por lo que no tiene mejor idea que intentar localizar a su hija para que ésta le done su órgano. Es entonces cuando nuestros protagonistas emprenden un nuevo y alocado viaje, con sus limitaciones y trastornos a cuestas.


Jim Carrey se roba una vez más todas las miradas y es el principal responsable de los momentos más hilarantes que tienen lugar en la historia. El canadiense es el as de la expresión corporal y de las muecas, a niveles inalcanzables para cualquier otro comediante. Es capaz de generar un estallido de risas a partir de lo caricaturesco en que puede convertir sus gestos. Jeff Daniels lo acompaña de buena forma, se trata de un dúo unido por un gran feeling.
Los hermanos Farrelly vuelven a arrasar como una topadora a la hora de dejar su sello y tono humorístico; exponen de modo desenfrenado una serie de situaciones nuevamente vulgares y desagradables que harán descuajeringarse a más de uno. Bromas o bocadillos hay para elegir, algunos algo reiterativos y poco novedosos; otros no muy inesperados pero jugosos. En la balanza pesa mucho más lo que hay por disfrutar y reír que lo que no contagia.
Tonto y Retonto 2 se trata de una segunda parte que ofrece más de lo mismo pero en porciones sabrosas, de las que vale la pena repetirlas. Así como sucedía con la primera, y siempre abarcando el universo comprendido por quienes la apreciaron, resulta de esas comedias que se pueden ver varias veces y gozarlas del mismo modo. Aquí no hay lugar para desmenuzar agujeros en la trama ni nada por el estilo, es simplemente un producto cuyo único propósito es el de brindar entretenimiento a base de eventos sumamente desopilantes.

LO MEJOR: se asemeja a la primera entrega. La química entre Carrey y Daniels. Momentos de carcajadas. Se pasa rápido gracias a su llevadero ritmo.
LO PEOR: algunos chistes reiterativos.

PUNTAJE: 8

domingo, 9 de noviembre de 2014

Interstellar - Crítica



Pasará lo que tenga que pasar

Christopher Nolan vuelve al ruedo tras dos años para sumergirnos en una odisea visual de las que fascinan y de las que además dan que hablar. Su cine viene dividiendo aguas, y esta no es la excepción, incluso es factible que se trate de su obra más compleja y audaz. Interstellar para muchos representa una pericia impresionante e inolvidable; para otros (probablemente los que se agrupen en la minoría), una cinta discutible. Dentro de este último bando, existen quienes se jactan de que el director apela a un lenguaje demasiado científico, acusándolo de rebuscado. Si bien es cierto que en determinados pasajes da la sensación de que cuesta un poco asimilar tanta información, es atinado remarcar que este modo de presentar los acontecimientos, con sus explicaciones y con todo lo que concierne a la teoría cuántica, es el más serio y correcto para enfocar el tipo de cuestiones que el relato aborda. Lo que Nolan exhibe en pantalla suena convincente, creíble, serio y a la vez apasiona.
La Tierra está llegando a su fin y se recurre a una arriesgada misión que se encuentra encabezada por el ingeniero-granjero Cooper (Matthew McConaughey) junto a Amelia (Anne Hatthaway), quienes emprenden un viaje hacia más allá de nuestra galaxia con el fin de hallar respuestas que permitan salvar a la humanidad.


Lo que el espectador más espera es el momento del gran despegue, ese que lo interiorice y lo haga suspenderse más allá de las estrellas a la par de los protagonistas. Pero al contrario de lo que dice el dicho, esta vez lo bueno no tarda en llegar, dado que el prólogo también forma parte de lo atractivo; resulta fundamental la presentación de los personajes, sus vivencias, inquietudes y los dilemas que deben enfrentar. Todo esto se hace manifiesto en lo que opera como introducción. Tiempo sobra para que quedemos boyando en el espacio, puesto que Interstellar se extiende a una duración de 169 minutos que, pese a lo fuerte que retumba ese número de primera impresión, no abruman en densidades que nos desconecten con la narración. En este aspecto es importante destacar el cómo, en referencia a lo que se cuenta, y qué mejor que la mano de Nolan para dotar a la cinta de una inmensa cantidad de instancias memorables, con diálogos que conservan el eco en la mente del público incluso minutos después de terminada la función.
Pero el trabajo superlativo del realizador de entregas como Memento o The Prestige no queda aislado de todo lo que lo rodea y acompaña con la misma vibra, con el mismo poder de enlace. Es aquí donde interviene la banda sonora, a cargo de Hans Zimmer, casi omnipresente y fortaleciendo aún más la potencia de las imágenes y la profundidad de los eventos. Interstellar funciona como un bombardeo apabullante (haciendo uso de la palabra en un sentido positivo) de secuencias que halagan y estimulan lo sensorial.
Es difícil no caer en la comparación con 2001: A Space Odyssey, aquella película de culto de Stanley Kubrick, puesto que una y otra proyección tienen puntos en común, pero también resulta válido encontrar similitudes o guiños de Interstellar con obras precedentes de su director. Esto podría explicarse en tramos en los que Nolan juega con la correlación del tiempo entre una fase y otra (en el espacio y en la Tierra), así como lo hacía en Inception, en la que marcaba la diferencia entre el pasaje de las horas entre el mundo onírico y el real. Este elemento que tan bien maneja el nacido en Londres sirve para acrecentar el grado de rigidez y de nervio de la historia en sí, y dotarla de opresión.


El film no se limita únicamente a la ciencia ficción “hard”, con lo técnico de sus explicaciones y sus postulados, además excava en lo afectivo y adquiere un valor emocional significativo cada vez que se vuelca a lo dramático. El vínculo paterno-filial pisa fuerte, cala hondo y ejerce como empuje o motor de las acciones de nuestra figura central. Es entonces donde se luce Matthew McConaughey, con una interpretación nuevamente soberbia, dando muestra una vez más de lo que puede llegar a dar a base de una admirable capacidad gestual y una presencia sólida.
Cuando la aventura espacial da inicio y el observador finalmente se mete de lleno en esa odisea, las sensaciones y la postura cambian. A partir de allí todo va mutando hacia lo que podría denominarse cine-experiencia, algo que le cabe asimismo a Gravity. El viaje es único, excitante y a la vez claustrofóbico. Existen escenas en que todo se percibe sofocante, asfixiante y angustiante, siendo éstas unas impresiones que no se viven de forma seguida en el cine. Nolan se da el gusto de añadirle giros argumentales que le otorguen un poco más de tensión al asunto, y nos exaspera a través de un recorrido incierto por el orden de lo cósmico, insertándonos en diferentes planetas, agujeros de gusano, agujeros negros y momentos en los que lo psicodélico y lo tétrico también encuentran su espacio para presentarse.
Interstellar es tan abarcadora que escribir sobre ella se hace complicado. Representa la fusión del drama con la ficción, el brote de los sentimientos con el refuerzo de lo que comprende el apartado técnico de imágenes y sonido. Es una experiencia gratificante, pero sobre todo apasionante y con corazón.

LO MEJOR: el modo en que se cuenta la historia. Lo emotivo, el viaje espacial intenso y la experiencia única en la que se sumerge al espectador. La banda sonora. Las actuaciones y la mano de los hermanos Nolan para combinar el cine de autor con una producción enorme.
LO PEOR: cuesta un poco acostumbrarse a las primeras explicaciones técnicas.
PUNTAJE: 10

sábado, 1 de noviembre de 2014

Boyhood - Crítica



La vida misma

Boyhood es una experiencia única, de esas que emergen muy de vez en cuando en la gran pantalla para dejar una sensación agradable, amena y especial en el espectador. Es imprescindible destacar que Richard Linklater, su director, apostó al proyecto a largo plazo, rodando el film en el período comprendido entre 2002 y 2013; durante esos 12 años mantuvo el reparto, incluso arriesgándose a que factores externos pudiesen complicar o arruinar el esqueleto que iba construyendo lenta y minuciosamente. Esta idea, singular como pocas, le otorga a la cinta un magnífico valor de distinción y de originalidad.
La historia se centra en Mason (Ellar Coltrane), iniciando desde sus seis años de edad y pasando por todo tipo de situaciones que le van ocurriendo y con las que se va topando en su camino, en su andar. Eventos con los que el observador se puede sentir totalmente identificado por tratarse de cuestiones que hacen a la vida misma y a la formación de todo ser humano. Richard Linklater lanza sobre la mesa un relato afable bañado de una naturalidad exclusiva; cada escena que presenciamos se percibe tan real que atrae y fascina, como si estuviésemos siguiendo, a través de la pantalla, el crecimiento de una persona en particular.


Boyhood arranca y contagia con un primer plano de nuestro protagonista hipnotizado con su vista hacia el cielo. La imagen se refuerza con la impecable elección de la conmovedora melodía que destila el tema Yellow, del grupo Coldplay; su inicio conquista y engancha apenas con esa simple combinación. De ahí en adelante sólo hay que relajarse, posicionarse cómodamente y dejarse llevar por el mágico viaje al que nos invita el realizador del film.
Muy buenas actuaciones de quienes ofician de padre (Ethan Hawke), madre (Patricia Arquette) y hermana de Mason (Lorelei Linklater). Nuestro intérprete principal atraviesa momentos de alegría, instantes de felicidad y también de drama, de caos familiar. Padres separados, mudanzas, amistades que quedan en el camino, desafíos, metas, miedos, el primer amor, el despegue para abrirse paso solo hacia los compromisos y las nuevas responsabilidades. Boyhood aborda esas y otras tantas temáticas. La película, además, no necesita recaer en golpes bajos para ser profunda y emotiva, siendo este uno de sus aciertos fundamentales y más destacables.
Se trata de cine-experiencia, de la vida misma y de sus momentos, de reconocer determinadas instancias como similares a las de nuestras propias vivencias y por ello percibirlas aún más naturalmente de lo que ya Linklater ideó de antemano para presentarlo y servirlo a nuestros ojos. La obra tiene deja escapar continuamente una leve brisa de magnetismo que mantiene expectante y cómodo al espectador con lo que ve, casi como una contemplación. También es cierto que quizás el metraje le juegue en contra en algún pasaje de la cinta, pero con todo lo que construye y provoca acaba siendo indispensable.

LO MEJOR: el proyecto, jugado por su extensión. La naturalidad única de sus escenas. Su carácter conmovedor. Hipnótica desde la sencillez de sus escenas. El crecimiento de sus personajes a lo largo del tiempo.
LO PEOR: la duración del film en algún que otro momento de su desarrollo.

PUNTAJE: 7,8