Más potente, más emotiva
Una de las franquicias
contemporáneas más explosivas arrasó nuevamente en los cines con su séptima
proyección, esta vez bajo la dirección de James
Wan (Insidious, The Conjuring) y con algunas cuestiones
encontradas que tocaron tanto lo desarrollado en la historia como lo acontecido
por fuera de la cinta, teniendo en cuenta la muerte de Paul Walker (uno de los íconos del film desde el comienzo de la saga),
quien siempre estuvo a cargo de la constitución del personaje de Brian O’Conner.
Ante la trágica noticia, el rodaje fue suspendido, reanudándose unos cuantos
meses más tarde y valiéndose de las prestaciones de presencia de parte de Cody y Caleb, los hermanos de Paul
Walker, para hacer de doble en determinadas secuencias. El resto, fue obra
y arte de recreaciones digitales a través del uso de tecnología CGI.
Dominic Toretto (Vin Diesel) y compañía vuelven al ruedo
en un nuevo episodio en el que Jason
Statham emerge como el villano de turno, en la piel de un frío e implacable
asesino británico llamado Deckard Shaw, entrenado para realizar operaciones
secretas. A los pocos minutos del arranque, el espectador puede apreciar la tempranera
aparición del protagonista de The
Mechanic batiéndose mano a mano con el gigante Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson). La fibra y la acción desenfrenada se
repite con frecuencia, cobrando diversas formas, esparciéndose entre
persecuciones de autos, explosiones, saltos extremos y tiroteos varios.
James Wan invita al
público (y primordialmente a los seguidores de la saga) a un festival de más de
dos horas de adrenalina. El dinamismo que porta cada contienda o situación que
se exponga, es abordado con diferentes recursos de montaje y edición, variando
los planos con velocidad para mantener la agilidad de cada suceso, para deleite
y entusiasmo del observador. Por momentos, Furious
7 se asemeja a The Expendables
por las figuras portentosas que intervienen, por el despilfarre desmedido de
municiones que se presencia y también por la cantidad de resoluciones
inverosímiles (factiblemente la entrega más exagerada de las siete).
Con el correr de cada película, el
asunto fue mutando desde el simple mundo de las carreras y el “tunning” hasta una
especie de relato que se fue extendiendo para abarcar además el crimen, los
robos y misiones específicas a cumplir. Esta última edición posee un poco de
todo pero a niveles todavía más poderosos y enérgicos, lo que significa
bastante de acuerdo a lo visto precedentemente. Si bien funciona como ejercicio
de entretenimiento, muchos de los eventos carecen de la tensión necesaria como
para inquietar, producto de su previsibilidad.
Es comprensible la necesidad de
volcar unas cuantas circunstancias a la utilización de los vehículos, puesto
que es la base sobre la que se ha cimentado la franquicia, pero el límite se
sobrepasa y lo ilógico adopta formas insospechadas. Autos que “vuelan” y van de
una edificación a otra asolando contra todo y una dosis desquiciada de acción
son los elementos principales de Furious
7, precisamente lo que piden sus seguidores. Como sorpresa y factor altamente
emotivo, resulta esencial destacar el sentido y conmovedor homenaje, en el
desenlace, al fallecido Paul Walker, realizado
con pulso y delicadeza.
LO MEJOR: el entretenimiento y la
fibra característica del film. El homenaje a Paul Walker, muy emotivo.
LO PEOR: previsible, aún más exagerada que
las entregas anteriores.
PUNTAJE: 6