jueves, 24 de septiembre de 2015

Maze Runner: Prueba de Fuego (Maze Runner: The Scorch Trials) - Crítica



Más corridas, menos entusiasmo

Maze Runner: Prueba de Fuego termina dejando una sensación muy diferente de la que supo causar en el espectador la entrega precedente, también bajo la dirección de Wes Ball. La frescura y el grado de sorpresa que distinguieron a aquella pieza cinematográfica que abría la saga se ausentan en esta segunda edición, o al menos lo que se visualiza en pantalla se percibe, a medida que los minutos pasan, como cada vez más insustancial.
Thomas (Dylan O’Brien) tendrá que buscar, junto a sus compañeros, pistas sobre la poderosa organización conocida como CRUEL, a fin de desenmascarar los planes que los superiores de este orden vienen engendrando.


Tras un comienzo entretenido y bien dosificado de intriga en relación a lo que experimentan nuestros protagonistas, la cinta logra mantener la expectación gracias al ritmo trepidante que porta. En la primera mitad del film el observador puede sentir entusiasmo y conformidad, producto de las largas maratones que Thomas y compañía llevan a cabo huyendo de acechantes de todo tipo. También es factible que gran parte del público pueda sentir, siguiendo con este último punto, que la diversidad de elementos antagónicos que ponen el asunto en apuros, desde la persecución de Janson (Aidan Gillen) y su entorno hasta la embestida de zombies (sí, extrañamente emergen zombies) resulte algo traída de los pelos o, a primera impresión, de apariencia inconexa en parangón con lo que se podía esperar de su desarrollo. Es así como la historia se sumerge en un peculiar cóctel de acontecimientos y sujetos o especies variadas, poniendo en riesgo nuestras expectativas creadas de antemano.
Es cierto que, de todos modos, se trata de una adaptación de la saga literaria de James Dashner y sus componentes fueron ideados en la obra. No obstante, en el salto a la pantalla grande existen cuestiones no abordadas de la mejor forma, algo que irremediablemente atenta contra la proyección en sí, debilitando gradualmente la urdimbre sobre la que se había tejido el relato al principio.
Uno de los problemas más notorios de Maze Runner: Prueba de Fuego radica en la manera en que los eventos de mayor precipitación se resuelven: la aparición de cualquier factor que salve a uno u otro personaje a último momento se aplica con tanta reiteración que lo que más se consigue es el agotamiento del recurso y, como consecuencia de ello, la pérdida del factor sorpresa.
La cinta de Wes Ball se encuentra partida en dos: una porción, la que nos enseñan al arranque de la película, es disfrutable, inquietante y enérgica; por lo contrario, el fragmento restante que ocupa espacio desde la mitad hasta el desenlace, resulta más pesado, previsible y falto de fibra.

LO MEJOR: la primera mitad del film. La grata presencia de Giancarlo Esposito (el gran Gustavo Fring de Breaking Bad).
LO PEOR: pierde fuerza conforme avanzan los minutos. Algunas actuaciones no convencen ni generan empatía.

PUNTAJE:

lunes, 21 de septiembre de 2015

Lost River - Crítica



Fantasía y pesadilla

Ryan Gosling toma el mando en la dirección (y en el guión) de Lost River, película que representa su ópera prima detrás de las cámaras. El protagonista de Drive deja entrever un estilo peculiar y arriesgado al valerse en casi todo momento de climas sombríos, desoladores y sumamente extravagantes.
El film nos remite a la vida del personaje que compone Christina Hendricks, aquí en la piel de madre de dos hijos en un sitio en el que el panorama es cada vez más angustiante. El mayor de ellos descubre una ciudad subacuática y una serie de misteriosas cuestiones que la rodean. Este intentará salvar a su familia de la desfavorable realidad que soportan cotidianamente.
Lost River parece beber del surrealismo que supo crear David Lynch para sumergirnos en un relato que en ciertos pasajes se vuelve curiosamente hipnótico. Muchas de las escenas que Gosling nos enseña están bañadas de perversidad, como incluso ocurre con algunos de los personajes que conforman la historia. De hecho, uno de ellos hasta podría compararse con aquel encarnado por Dennis Hopper en Blue Velvet, clásico de culto de los ochenta.


Pero en ese extraño mundo que se nos presenta no todo tiene el mismo nivel de conexión. El espectador puede llegar a impactarse por el aspecto visual de la cinta (sobre todo por el trabajo de fotografía) pero también puede sentir que está frente a un producto cuyo entretenimiento es irregular. Existen pasajes que condicionan la valoración del público por su exceso de densidad. Una ciudad que a cada instante se percibe oscura, brumosa y varios habitantes que sienten atracción por el morbo derivado de unos exóticos actos que se dan en una suerte de club nocturno. Cualquier cosa puede pasar. El ahora también director explora de una manera metafóricamente retorcida las mentes humanas, los vicios y unos cuantos asuntos que se entremezclan entre la fantasía y lo onírico que ofrece continuamente la narración. Un ambiente podrido, triste y malsano.
Lost River es una película tan difícil de analizar como de clasificar. Tal vez se trate de dejarse llevar, de ser transportado a una sucesión de sensaciones diversas, confusas y magnéticas. En instancias puede que los acontecimientos suenen ilógicos, descabellados, pero la premisa de la proyección no pasa por brindar secuencias que formen parte de un guión sólido sino más bien por intentar sugerir una experiencia extraña, surrealista y distinta del común de las historias.
Actuaciones correctas, sin una acentuada profundización en los personajes. Probablemente Christina Hendricks sea la más destacada aun sin brillar en su papel. Si bien la obra de Ryan Gosling peca por la constante lentitud de los eventos que se sortean y por parecer algo pretenciosa, posee la cualidad de no dejarnos indiferentes.

LO MEJOR: lo curiosamente magnético que resulta en determinados momentos el film.
LO PEOR: difícil de clasificar. En algunos pasajes la cinta se hace interminable.

PUNTAJE: 4,9

sábado, 12 de septiembre de 2015

Cop Car - Crítica



Juego de niños

Cop Car, la propuesta de Jon Watts (director de Clown), contiene la pausa, el tono y el relajado andar que suele caracterizar, entre otras cosas, a muchas obras de cine independiente. Se trata de una pieza pequeña pero efectiva, revitalizada por la presencia que presta el siempre cumplidor Kevin Bacon. Diferente habría sido el resultado de la cinta (y el interés del espectador en verla) si no estuviese el mencionado actor como aliciente más destacado, en el protagónico y como cara visible del póster de la película.
La historia comienza enseñándonos cómo dos pequeños matan el tiempo caminando por los solitarios sitios de un pueblo, dando rienda suelta a lo que se desprenda de sus mentes aventureras. Todo parece inocente, agradable, hasta que encuentran un coche de policía aparentemente abandonado y deciden subirse para dar una vuelta. A partir de ese punto de inflexión y principalmente cuando el guardia (Kevin Bacon) descubre que su vehículo no está donde lo había dejado, las cuestiones se van tornando más tensas.


Lo interesante de Cop Car radica en el hecho de cómo se pueden complicar las cosas abruptamente desde lo que en teoría podría describirse como una simple travesura de niños. Los jovencitos, a su temprana edad, sólo quieren divertirse y fantasear con que manejan un auto, sin tomar verdadera conciencia de lo que están haciendo. El asunto se vuelve más problemático a medida que vamos conociendo el comportamiento del sheriff, quien se encarga de realizar una persecución cada vez más aguda.
Jon Watts demuestra sus dotes como director a través de un elogiable manejo de cámara, regalándonos una buena cantidad de planos interesantes al servicio de una especie de thriller rural que con el correr de los minutos gana puntos, tanto en la rigidez del relato como en entretenimiento.
Cop Car conserva la intriga acerca de cómo puede llegar a resolverse el embrollo en el que se metieron los pequeños, así como también juega con acrecentar el suspenso al guardarse algún que otro giro sencillo pero funcional a todo aquello que complique, todavía más, los acontecimientos.
A pesar de la escasa duración del film (menos de hora y media), queda la sensación de que la historia pareciese propia de un corto antes que de un largometraje. Tal vez hacia el desenlace, se palpa una cierta dificultad para darle un cierre conciso y convincente a la obra.

LO MEJOR: entretenida. La idea original en sí. El rol de Bacon.
LO PEOR: una propuesta menor que no termina siendo explotada por completo.

PUNTAJE: 6,2