viernes, 29 de noviembre de 2013

Películas del Recuerdo - Día de entrenamiento (2001)


Lobo versus oveja

En las calles y pequeños suburbios norteamericanos se mezclan las pandillas callejeras. Para meterse a negociar ahí es necesario estar ducho y poseer experiencia. No cualquiera puede ingresar a lidiar con traficantes, hay que saber moverse y manejar todo tipo de recursos, desplazar ciertas piezas delicadamente y no ser demasiado abrupto.
Día de entrenamiento nos sumerge en ese mundo. Y lo hace enseñándonos dos estilos muy distintos entre sí. Denzel Washington está curtido en el asunto. Trece años de historias lo avalan en el rubro de narcóticos. Sus modos o procedimientos son cuestionables, puesto que oscila entre lo lícito y lo que traspasa esa delgada línea. Se suma Ethan Hawke, mucho más ético, “tiernito” en la jerga, un novato bajo la supervisión de Denzel, en lo que aparenta ser un primer y arduo día de trabajo.


Antoine Fuqua, que hasta ese entonces no había sabido conformar una obra recordable o trascendente, saca de la galera sus mejores conejos y artilugios posibles para engendrar un thriller tirante y entretenido, en donde uno de los grandes aciertos radica en la interpretación camaleónica de Washington bajo la muy buena compañía de Hawke. Cada cual constituye una cara de la misma moneda, de un flanco lo inmoral y del otro lo decoroso. El personaje de Ethan no esconde su ansiedad por atar cabos manteniendo las estrictas reglas que aprendió en la preparatoria, preceptos que se van diluyendo ásperamente a medida que su compañero y mentor lo interioriza en el tema, prácticamente obligándolo a manejar cada instancia de la manera en que él crea conveniente.
Training Day se ocupa de dar un pantallazo tan severo como real de la selva cotidiana que se vive en los alrededores de las zonas más sombrías de la ciudad. Un golpe bajo a la decencia de quienes son los encargados de protegernos y luchar contra la inseguridad, con una mirada pesimista pero sincera sobre la corrupción policial, con drogas en cada esquina y traiciones dispuestas a salir a la luz en cualquier momento.

LO MEJOR: no sufre altibajos. Frenética. Washington y Hawke, en ese orden, resaltando la sobresaliente actuación de Denzel. La realidad de lo que postula.
LO PEOR: falla en las escenas de enfrentamiento cuerpo a cuerpo, no están bien montadas.

PUNTAJE: 7,2 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Los Juegos del Hambre: En Llamas - Crítica


Sobreviviendo

Esta segunda entrega supera en varios aspectos a la primera. También es cierto que posee una introducción mucho más extensa antes de dar el salto a las escenas de enfrentamientos, en donde los fluidos adrenalínicos corren con vigor en el interior de cada personaje.
Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), flamante ganadora de la 74º edición de los Juegos del Hambre, aún conserva heridas o traumas que la aquejan tras los intensos episodios vividos de supervivencia y sangre. Peeta (Josh Hutcherson), se muestra más entero. Ambos deben cumplir con la gira de la victoria por cada distrito, percibiendo en cada visita aires de densidad y rebelión; se respira el hartazgo de los habitantes. El presidente Snow (Donald Sutherland), despiadado y maquiavélico, organiza un nuevo “Royal Battle”, el número 75, esta vez en una especie de ronda de vencedores, donde van dos integrantes de cada distrito.


Decidida y corajuda, esta segunda parte arrasa con toda su parafernalia, germinando la ansiedad y la histeria principalmente en el público juvenil, casi del mismo orden de seguidores de la saga Crepúsculo. Pero lo bueno es que no se limita sólo a conquistar a ese target; afortunadamente enlaza, abarca una porción más abundante y resulta entretenida, inquietante y disfrutable pese a sus casi dos horas y media de duración.
Los Juegos del Hambre: En Llamas es bastante más madura y sólida que su predecesora, incluso sin enfocar tanto la atención en las cruentas y sangrientas batallas sino en la crítica al autoritarismo propio de quienes ejercen el poder desde el rango jerárquico más alto y la reprobación a todo aquello destinado a despertar como sea el consumo de las masas de cualquier suerte de reality, mientras más impredecible y con sumos grados de morbo-fanatismo, mejor.
Párrafo aparte, curioso aunque no por ello mal proyectado, el énfasis casi constante en todo plano que permita resaltar la belleza y estética propia de Jennifer Lawrence, a través de un vestuario amplísimo.
Aun con fallos y decaídas pero con mayor cantidad de aciertos que desatinos, el film sale airoso gracias a un afable ritmo, actuaciones, instancias de nervio y contadas pero oportunas dosis de un humor muy irónico.

LO MEJOR: la capacidad de conformar una proyección superior a la primera, más fructífera. Bien filmada. Ambientación y maquillajes superlativos.
LO PEOR: demasiado extensa, le sobra metraje. Tarda mucho en adentrarnos en el escenario de contienda.

PUNTAJE: 6,9

domingo, 24 de noviembre de 2013

Las brujas de Zugarramurdi - Crítica


Hechiceras vascas y bizarreadas

Las brujas de Zugarramurdi tiene fuerza y adrenalina. Mucha, y sobre todo al inicio. Es fresca, osada, impulsiva, espontánea e intensa. Pero no todo el metraje. Pasada la media hora, quizás los 45 minutos, aparece el tambaleo, la irregularidad y el declive. Y se ve la cara que más le cuesta moderar o controlar al director bilbaíno: el exceso, en el sentido de saber distinguir hasta qué punto un gag es en verdad gracioso y funciona.
Hugo Silva y Mario Casas asaltan, junto con el pequeño hijo del primero, un local de empeño de oro y huyen en un taxi rumbo a Francia. Para arribar allí, es de pasaje ineludible Zugarramurdi, un pueblo oscuro y misterioso en donde se topan con la tenacidad de tres brujas que complican abruptamente su “estadía”.


Una comedia vinculada al género de terror/fantástico en donde la acidez y el humor negro vuelven a estar a la orden del día. De la Iglesia saca a relucir la misoginia en cada uno de sus personajes masculinos, en momentos realmente disfrutables. Conecta al espectador estruendosamente con un arranque a puro vértigo y ritmo, cargado de diálogos agudos, relampagueantes, con el particular desenfado y desprejuicio que le imprime el creador de El día de la bestia a sus proyecciones.
Inevitablemente, el film comienza a desarmarse mientras los minutos corren y la trama pierde fibra y energía. Pero el problema principal, quizás, guarde lugar en esa obstinación del vasco en no detenerse y en enviciarse con ese constante recurso a la sátira. Si bien tiene una capacidad innata para hacer reír, a De la Iglesia últimamente le está jugando en contra su ceguera en el hecho de discernir cuándo es necesario cortar una determinada escena o situación para no incurrir en la reiteración de una ironía que, por su desborde, pueda perder la chispa.

LO MEJOR: interpretaciones, fotografía. Un comienzo electrizante. Cuando el humor funciona.
LO PEOR: si bien se trata de una película bizarra, pierde sustancia y fuerza. Cuando el humor no funciona.

PUNTAJE: 5,5

lunes, 18 de noviembre de 2013

Películas del Recuerdo - American Beauty (1999)


Muerto en vida

A finales de los noventa, Sam Mendes añadía un valiosísimo ítem a su currículum, comenzando a mostrar sus capacidades de dirección, retratando a la sociedad norteamericana (y por qué no a otras tantas) a partir de esta tragicomedia, bordada finamente con una acertada musicalización y pincelada con unos cuantos retazos de drama.
American Beauty destapa la cotidianeidad de la familia de clase media, apelando a exageraciones e ironías para resaltar aún con más fervor las miserias humanas. Kevin Spacey brilla incandescentemente en la piel de un personaje que nos narra y enseña su aburrido ritmo de vida, su insostenible e inaguantable rutina, cansado al borde de un estallido que desnude su sensación de hartazgo al extremo. “En cierto modo, ya estoy muerto”, relata, y no hace falta decir más. Una relación marital ultra gastada; la manifestación de vergüenza y rebeldía por parte de su hija y una crítica a la comunidad y al carácter monótono y repetitivo de lo comercial.


Todo aquello que rompa con el esquema, lo nuevo, lo distinto, lo prohibido, como componente llamativo y atrayente, exponiéndose como una bocanada de aire fresco, una salida necesaria a los deteriorados y convencionales hábitos. Una forma de volver a sentirse vivo. Allí aparece Mena Suvari, cautivante para los ojos de Spacey, la amiga de su primogénita. Su presencia lo moviliza, actúa como un pase gratis a la mutación de la personalidad del protagonista, sacando a la luz todo aquel repertorio de actividades y conductas que almacenaba en su interior. Kevin se transforma, se va tornando impredecible, incontrolable e impulsivo. Le pone pimienta y sentido a su existencia.
El color rojo casi omnipresente en las escenas, en un doble juego de pasión y tragedia. La rosa, predominante también, representando la belleza como mera apariencia, como impacto visual y estético, aunque artificial.
Sombría, excéntrica, elegante, hipnótica, con frases milimétricamente construidas, metafóricas, memorables y con un final arrollador, American Beauty es una de esas proyecciones que el espectador siempre está dispuesto a volver a ver y disfrutar como en el primer visionado.

LO MEJOR: prácticamente todo. Interpretaciones, principalmente de Kevin Spacey. Bien filmada, buena banda sonora. La metáfora satírica como crítica a un sistema. El final y cómo se expone.
LO PEOR: quizás se extienda en algunos pasajes.

PUNTAJE: 9

jueves, 14 de noviembre de 2013

La sospecha (Prisoners) - Crítica


Thriller en estado puro

Atrapante, paralizante, turbia y por momentos terrorífica, Prisoners deja sin aliento al espectador. Amantes del género pueden sentarse y dejarse llevar por la tensión de una historia exasperante al extremo, comparable a la majestuosa Mystic River.
Denis Villeneuve lleva a cabo un arduo y destacable trabajo transportándonos a los estados de ser más supremos del ser humano en cuanto a impotencia, bronca, angustia y desesperación. Y esta tarea la consigue reflejar gracias a la enorme interpretación de Hugh Jackman en la piel de un padre agobiado y sacado de eje por completo, capaz de traspasar los más insospechados límites con total de recuperar a su pequeña hija, quien desapareció junto con su amiga.
Pocas pistas, días que pasan y las niñas no aparecen. ¿Cómo incriminar al principal sospechoso si aparenta tener la mentalidad de un chico de 10 años y da muestras de no entender lo que le preguntan? Pero, ¿cómo no dudar de él si ni siquiera responde? ¿Hasta dónde puede llegar la voluntad de un hombre en una búsqueda frenética? Mensajes moralistas y eventos brutales se entrecruzan con total prudencia en el transcurso del film.


Jake Gyllenhaal no quiere ser menos encarnando solventemente al oficial encargado del caso, un tipo absolutamente compenetrado en el asunto que intenta no dejar cabos sueltos a la hora de resolver un enigma tan laberíntico como sombrío. Del flanco “friki” de la narración encontramos a Paul Dano concibiendo una brillante labor y sofocando al público en cada instancia que se hace presente en pantalla.
Prisoners no necesita de acontecimientos adrenalínicos del tipo de tiros y estruendos para enlazar; simplemente apela con maestría a mostrarnos los hechos conjugando todos los componentes esenciales con los que debe contar un thriller intenso y nato: intriga, suspenso, nerviosismo y esa sabrosa capacidad de mantenernos en vilo hasta el desenlace. El conjunto, magnificado por la colaboración de un reparto de primer nivel y acompañado de la fotografía que mejor le sienta a este tipo de películas, bien oscura y siniestra.

LO MEJOR: el misterio, la incertidumbre, la tensión, las actuaciones. Lo turbio del relato, lo hipnótico que resulta.
LO PEOR: probablemente y aunque no aburra, dos horas y media resulte extenso para lo que se cuenta.

PUNTAJE: 9,1

domingo, 10 de noviembre de 2013

The Iceman - Crítica


En la oscuridad

Michael Shannon saca a relucir sus capacidades actorales para meterse de lleno en la piel de Richard Kuklinski, un asesino a sueldo que supo recibir encargos de la mafia en su larga trayectoria criminal.
“El hombre de hielo”, como lo apodaban, se muestra un tipo seco, de pocas y justas palabras, pero con un demonio dentro que se exterioriza sobre todo cuando quieren acercarse con malas intenciones a su familia, a quien nuestro protagonista adora con locura. He aquí lo interesante y tenso del relato: cómo puede convivir un sujeto manteniendo oculta una doble vida. Sicario desalmado de día y tarde; padre y esposo modelo de noche.
Con un arranque prometedor, The Iceman parece nos va a cautivar, sin embargo la línea narrativa nunca encuentra el componente exacto que permita que nos enfoquemos de lleno en lo que va transcurriendo. De todos modos y más allá de un andar manso, el producto se deja ver, tomando gran partido en el asunto la encarnación de quien no podría haber sido elegido mejor para el papel. Shannon convence y es creíble a partir de cada maniobra, gesto y expresión. En el bando opuesto en cuanto a méritos en el film, Ray Liotta concibe un personaje que pasa sin pena ni gloria, incluso en el ámbito de gángsters que tan brillantemente supo manejar en la memorable Goodfellas de Scorsese.
El predominio de filtros opacos, oscuros, con una iluminación baja y circunstancias que hallan un mejor emplazamiento en la noche ayudan a reflejar lo que Ariel Vromen quiere destacar, aquellos aires siniestros y sombríos que van de la mano con quien oficia de esbirro.
Interesante, con buen reparto aunque olvidable, The Iceman acaba siendo una buena propuesta con altibajos.

LO MEJOR: Shannon. Bien rodada.
LO PEOR: narrativamente irregular.

PUNTAJE: 6

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Rush - Crítica


Duelo antagónico

Emocionante, atrapante y técnicamente impecable. Poco hay para reprocharle a Rush, es que si posee puntos negativos, de un solo visionado no se divisan fácilmente; por el contrario, hay que hurgar demasiado para hallar las falencias de esta aventura que no se limita sólo al mundo de las carreras automovilísticas.
Daniel Brühl (Bastardos sin gloria), hace de Niki Lauda; Chris Hemsworth, del lado totalmente opuesto, encarna a James Hunt. Este biográfico apela constantemente al juego antagónico entre estos dos eternos rivales que se vieron las caras por primera vez en Fórmula 3, algo así como las divisiones menores de la gran categoría.
Ron Howard idea un film en donde el atractivo principal está puesto en la rivalidad incompatible, en todo punto de vista, entre ambos personajes. El austríaco, incorruptible desde la conducta y la responsabilidad con su trabajo; el británico como hombre de la noche, el alcohol y los excesos. El andar solitario y retraído de Lauda en oposición al flanco amiguero y poblado de acompañantes de juergas de Hunt. La seriedad de Niki y su cautela ante el peligro; la impulsividad de James frente al riesgo, en una permanente cercanía a la muerte que él mismo asocia con la capacidad de hacerlo sentir más vivo y enérgico.


Se desafían, se chicanean, ironizan y no dejan de estar pendientes el uno del otro. El hecho de conseguir el campeonato mundial a veces hasta parece quedar chico comparado con el efecto que genera derrotar e imponerse al enemigo. Una historia en la que el vértigo y la adrenalina de las secuencias de Fórmula 1 se condicen con la fuerza que portan los dramas personales y las cuestiones privadas de los corredores.
Con la tragedia al acecho y con una increíble similitud en la adaptación de los hechos verdaderos a la pantalla grande, Rush emociona, entusiasma, entretiene y paraliza. La capacidad del director para volcarle crudeza y realismo a las situaciones está tan bien lograda que conmueve incluso a quienes conocen de memoria lo que había sucedido a mediados de los setenta.
Dos personalidades. Dos celebridades, tan dispares como carismáticas y competitivas. Cada uno sabe en su interior que necesita del otro, no sólo para odiarlo, sino también para hacerse de un motor que lo motive al crecimiento y a la superación. En el fondo, y más allá de todo rencor y refunfuño, se admiran. Y el espectador agradece, mientras disfruta.

LO MEJOR: las interpretaciones. El parecido físico que se obtiene con los reales. Las secuencias de carrera, a puro vértigo. La rivalidad, diálogos memorables.
LO PEOR: podría haberse mostrado más acerca de Lauda que de Hunt.

PUNTAJE: 8,2

domingo, 3 de noviembre de 2013

Escape imposible - Crítica


Sylvester Dean Anderson

Nostalgia. El director sueco de El Rito se jacta de reunir a dos enormes héroes del cine para construir un thriller carcelario pochoclero, poco pretencioso y con mucha acción dotada de buenos guiños ochentosos.
El enfoque está puesto principalmente en lo que puedan ofrecer en cada participación los buenos de Arnold y Sylvester. La historia, sin ser rebuscada ni mucho menos, peca de a ratos por su inverosimilitud, especialmente en determinaciones que lo vinculan a Stallone como si fuese una especie de Macgyver musculoso y venoso. Es que en Escape imposible, el ícono de Rambo interpreta a un experto en salirse con las suyas para fugarse de todo tipo de prisiones, hasta que se halla envuelto en el mayor desafío de su vida, al ser secuestrado y llevado a una cárcel de tecnología y seguridad superiores a cualquier otra. Allí comienza a hacer migas con un recluso respetado en el establecimiento, el gran Schwarzenegger.


Destacable resulta el ritmo que posee el film. No decae un solo minuto y no da lugar alguno al más mínimo esbozo de pestañeo o bostezo. Las situaciones y los personajes colaboran a la hora de hacer pasar un rato agradable al observador, sobre todo a aquel fanático de todo producto dinámico en donde los enfrentamientos y los acontecimientos se vayan dando por sí solos sin dejar demasiado espacio al uso del razonamiento.
Escape imposible sí que se deja ver. Tampoco acaba siendo una obra imprescindible, imperdible. También es cierto que si no fuese por la presencia de los dos sacos humanos de masa muscular que marcaron épocas en el cine, el resultado hubiese sido bastante peor. A fin de cuentas, una proyección disfrutable, divertida y hasta con alguna vuelta de tuerca que vale la pena remarcar.

LO MEJOR: pochoclera. Arnold y Sylvester. Se pasa rápido por su ágil narración.
LO PEOR: determinaciones poco creíbles, casi fantasiosas. Curtis ’50 Cent’ Jackson y su poco aporte actoral, al que nos tiene acostumbrados.

PUNTAJE: 6,5