La importancia de los cimientos
Tom Hardy a bordo de su auto durante ochenta y pico de minutos. Recibe y
realiza llamadas continuamente. Todo se exhibe en el interior del vehículo que
conduce el protagonista. Locke, escrita
y dirigida por Steven Knight, intenta
demostrar que se puede llegar a construir un buen film con la utilización de
muy pocos elementos y valiéndose tan solo de un escenario. En ese afán de
mantenernos expectantes tropieza con algunas cuestiones que hacen que la
historia pierda fuerza de enlace tornándose, de a ratos, algo reiterativa. Un
tráiler potente y efusivo que atrae y sugiere; un relato que aun sin ser un mal
producto, no acaba dejando un gran sabor.
Ivan Locke es un hombre casado, tiene dos hijos y una vida
reconfortante. Trabaja en la construcción, sabe cómo manejar los asuntos en
dicho rubro, muchos dependen de su organización y conocimientos para que una
obra llegue a buen puerto. Algo rompe el molde y tambalea su estructura. Un
llamado por el cual decide encaminarse hacia Londres a hacerse cargo de algo
que requiere de su presencia. Entre tanto, sus compañeros laborales y su
familia también necesitan de él, precisan saber qué le sucede y por qué se
ausenta llevando a cabo ese viaje.
Película atmosférica, con la cámara enfocada sobre nuestro intérprete
principal. Hardy vuelve a brindar una
solvente actuación, basada en las expresiones faciales y gestuales. Se trata de
una suerte de monólogo caracterizado por la complicación de las situaciones que
se sortean a lo largo del metraje. La frialdad y la mesura con la que Locke
maneja cada problemática tiene una doble faz: por un lado contribuye, al
principio, para otorgarle una dosis de misterio a las tentativas que se van
sorteando; por otra parte, y hacia la segunda mitad, le resta puntos en pasajes
en los que la monotonía gana espacio.
Knight establece un notable parangón entre la profesión del personaje y su
entorno. Ivan sabe que lo fundamental en todo ámbito reside en la cimentación
de una base firme, sólida, para que el armazón no dé lugar a vibraciones que
terminen desmoronándolo por completo. Eso sucede en el trabajo, en las relaciones
humanas y afectivas, en la vida misma. El director de Hummingbird explora incluso los resentimientos del pasado como
huellas que inciden o repercuten de cara al accionar futuro en un sujeto. Ivan se
molesta y entristece, pero se siente seguro, decidido, nada aparenta hacerlo
cambiar de parecer.
Si nos remitiésemos a films que portaron la particularidad de
desenvolverse en un solo escenario, son citas casi obligadas Buried y la magnífica Phone Booth. Locke peca de no tener el mismo vigor y la propia tensión de las
dos mencionadas, siendo factiblemente uno de los factores menos favorables de
la proyección.
Original, con buena ambientación y estable encarnación, la cinta aprueba
en el balance general, lejos de trascender y sin la energía o el empuje necesario
como para elevarla un poco más.
LO MEJOR: Hardy, el comienzo, las problemáticas en las que se ve inmerso. Los
resquemores y el accionar del personaje central.
LO PEOR: le falta nervio, tensión y dinámica, sobre todo al tramo final.
PUNTAJE: 6,5
Me parece la mejor película del mundo. Así mero.
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