Buen reparto, intermitente desarrollo
Belén Rueda y Mario Casas se ponen el “equipo
al hombro” para remar y sacar a flote a Ismael,
este film de tranco lento dirigido por Marcelo
Piñeyro (Las viudas de los jueves).
Irreprochable desde los planos (abiertos, cerrados, con enfoques hacia las
expresiones de los rostros), el director de El
método se inmiscuye en el terreno emocional, al abordar una historia que,
en su intento de no recaer en sensiblerías típicas, pierde fuerza y
regularidad.
Ismael es un niño mulato de 8 años que emprende viaje hacia Barcelona
con el fin de conocer a su padre siguiendo la pista escrita en una carta con la
dirección de un departamento. Allí se topa con quien sería su abuela. A ella le
solicita ayuda para encontrar a su progenitor. En ese camino, el pequeño, entre
obsecuente y carismático, comienza a ganarse la confianza de quienes lo
acompañan. Los problemas o puntos de contrapartida tienen lugar en el criterio
o en la opinión de su madre, y en cómo Félix (Mario Casas) vaya a recibirlo.
La película refleja problemas familiares y destapa viejos resquemores de
la infancia en ese tipo de lazos. La ausencia, ya sea absoluta o simplemente
para escuchar, de la figura paterna/materna es una de las temáticas que expone
en pantalla, a través de reproches, miradas o percepciones de sus personajes.
Todo transcurre muy mansamente, con melodías del mismo tenor durante la mayor
parte del metraje, cooperando con el tono dramático que opera y prima de
principio a fin. El reparto cumple aportándole credibilidad a las situaciones,
principalmente y como se destacó con anterioridad, desde el solvente trabajo
actoral de Mario Casas y de Belén Rueda. El aspecto menos positivo
del relato, quizás, radique en la dificultad para el cambio de matiz; entre la
huida del factor sorpresa y la falta de tensión emotiva, Ismael se torna de a ratos poco profunda y hasta algo intermitente.
Sergi López es el único responsable
de aportarle algo de chispa y dispersión al asunto partir de su caracterización
como el personaje más pícaro de la cinta.
La proyección, agrada y es amena en sus pasajes, es cierto, pero no
enlaza o conecta lo necesario como para que el espectador no tienda a
despistarse en determinadas secuencias. El énfasis en la incertidumbre, en el
desconcierto o en el miedo hacia lo nuevo, en este caso la aparición de un
hijo, no está mal exhibido pero tampoco conmueve a grandes escalas. Ismael da la sensación de desaprovechar
lo que tiene por contar, con una previsibilidad que amenaza en cada momento con
hacerse manifiesta.
LO MEJOR: actuaciones. Afable de ver.
LO PEOR: sin cambios de acentuación. Previsible.
PUNTAJE: 5
A mi al verdad es que me decepcionó un poco. Lo mejor: el toquecillo de comedia de Sergí López y Belén Rueda.
ResponderEliminarEs regular, y respecto de Sergi López, es el que le aporta un cambio de matiz, con algún que otro chascarrillo, je.
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