Un
western peculiarmente cómico
Interesante el póster que lleva A Million Ways to Die in the West,
llamativo además por la presencia de Liam
Neeson, algo que sirve como elemento que invita a la curiosidad del espectador
por ver al norirlandés en este tipo de proyecciones caracterizadas por un
estilo de humor bastante particular.
Sabemos de qué van los chistes y
los momentos que planta en escena Seth
MacFarlane, algo que divide las aguas entre detractores y seguidores de sus
métodos o modos destinados a suscitar risas. Quienes se ubiquen en la primera
línea de las mencionadas anteriormente, difícilmente cambien su parecer con el
visionado de esta comedia; sin embargo en aquellos fieles partidarios del
realizador oriundo de Connecticut las sensaciones que experimenten es muy
probable que estén más cerca del disfrute en complicidad con cada circunstancia
jocosa que se enseñe en pantalla. La película representa un nuevo escaparate al
“mundo MacFarlane”, ese espacio en el que lo políticamente incorrecto está a la
orden del día, siendo este uno de los principales motivos que aproxima a muchos
a sus formas y aleja a otros tantos.
El director aquí se la juega
también protagonizando la historia como un granjero llamado Albert, que tras
acobardarse en un duelo es abandonado por su novia. Entre penurias conoce a una
pistolera (Charlize Theron) que le
servirá de consejera y le ayudará a aprender a disparar con el fin de medirse
en un nuevo tiroteo y así reconquistar a su ex pareja.
MacFarlane, también
guionista, encuentra una narrativa más aceitada y ágil que en su trabajo
anterior, esto es con Ted, en la que
si bien existían pasajes de comedia interesantes, se percibían determinados
vacíos que desacreditaban la opción de tener un cambio de ritmo o un punch más
dinámico. En esta entrega, el timing es mucho mejor y generalmente, salvo
excepciones, las ocurrencias portan un grado de desfachatez más disfrutable y
ácido que en la producción encabezada por Mark
Wahlberg y Mila Kunis. En este
sentido y como factor que permite renovar ciertos aires en la narración, vale
destacar las apariciones de personajes secundarios como Giovanni Ribisi (en el flanco antagónico en Ted) y Sarah Silverman,
en una suerte de subtrama que involucra la relación entre un hombre bastante
bonachón e inocente y una prostituta. Este dúo le aporta frescura a un relato
que por momentos e inevitablemente, dado su entretenido arranque, decae un
poco.
Puede que la duración sea algo más extensa
de lo que se requiere, teniendo en cuenta lo que hay por contar, no obstante, A Million Ways to Die in the West se
pasa rápido y divierte, especialmente a quienes gustan de ese universo
chabacano y desbordante de situaciones absurdas, socarronas y flatulentas que
crea Seth MacFarlane.
LO MEJOR: el ritmo. Ocasiona unas
cuantas risas y quizás alguna que otra pequeña carcajada. Supera a Ted. Actuaciones.
LO PEOR: predecible. Cuando los gags se
tornan repetitivos.
PUNTAJE: 6,5
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