Ese extraño gusto por la nostalgia
Refinada y sobria, la última película de Paolo Sorrentino es una invitación al deleite visual.
Los planos, la dirección de fotografía y la estética que sugieren las imágenes
son de un calibre altísimo. La historia, elegante aunque con excesos que pueden
hacer perder el interés en ella, cuenta con unos cuantos pasajes extrañamente
hipnóticos.
En La
gran belleza hay una
introducción que parece justificar el visionado del film para aquellos que no
la disfruten. Una apertura poética con un leve panorama de Roma, seguido de una
de las mejores secuencias de fiesta de los últimos tiempos, en donde la
combinación entre la música (con el rémix Far L’amore de Bob Sinclair y
Raffaella Carra que motiva e incentiva a pleno) y el desenfreno de los
participantes de la celebración juegan una pasada impactante.
A lo Fellini, Sorrentino desmenuza temores y deseos del ser humano,
en una narración en la que la palabra decepción parece ser el denominador común
en cada individuo. Jep Gambardella (un enorme Toni
Servillo) es un escritor que ha sabido cosechar una obra literaria suprema,
pero en la actualidad de la proyección parece moverse sin demasiado optimismo,
asistiendo asiduamente a reuniones, cenas y juergas con sujetos que sufren la
misma crisis de la mediana edad que nuestro protagonista. En diálogos que
parecen más bien lecciones dialécticas, la melancolía y el desencanto por una
“dolce vita” que en verdad se presume vacía prevalecen con notoriedad.
A
Jep le preguntan por qué no ha vuelto a escribir un libro, a lo que responde
que ha salido demasiado de noche. Las fiestas de las que forma parte el
intérprete principal constituyen un modo de aislarse de toda frustración,
sentimiento que reina en cada uno de los personajes en algún sentido de sus
vidas. Todo tiempo pasado ha sido mejor, parece ser uno de los lemas de la
cinta; la añoranza por lo vivido y el dejo a nada de una actualidad llena de
reuniones y jolgorio pero insustancial en sí misma. Y en el medio, la búsqueda
hacia una gran belleza que, entre el arte y la atracción por el sexo opuesto,
aparenta no hacerse presente.
Sin embargo, la lámina de preciosismo
con la que el director forra su obra, no acaba siendo suficiente cuando la
cuestión se torna excesiva y repetitiva, con tintes casi surrealistas y un desenlace
en parte insulso que es factible que deje un sabor semi amargo en las pupilas
gustativas del espectador.
LO MEJOR: la
estética, impecablemente filmada, la fotografía y los planos. Diálogos
inteligentes, brillante y admirable actuación de Servillo.
LO PEOR: extensa y de a ratos tan repetitiva que
hace perder el atractivo.
PUNTAJE: 7,3
Ya me asustaste con eso del final jajajaja Pero igual esta la veo seguro. Ya te enterarás si me gustó. Esto que decís de la fiesta o de su forma de filmar ya son un atractivo para apretar play con ganas. ;)
ResponderEliminarJaja, es que creo que se extiende innecesariamente a mi modo de verlo. Es impecable estéticamente, eso seguro, tiene diálogos irónicos e inteligentemente construidos, aunque no me terminó maravillando. Al salir de la función privada muchos cuestionaban por qué ha sido inmensamente elogiada por la prensa...
EliminarTe estaré leyendo cuando la veas a ver si coincidimos! Saludos, Dialo.