Soberbia fílmica
A mediados de los noventa, David
Fincher se despachaba, en sus inicios, con la que sería su primera película
catalogada de culto, en un relato que combina todo lo que le atañe a un
verdadero thriller.
Cine negro, policial, con detectives dándole vueltas a un asunto tan
turbio como espeluznante son algunos de los puntos fuertes de la proyección. La
intriga, potenciada por una musicalización penetrante colabora a la hora de
generar enfoque y conexión del espectador con la serie de sucesos que se
acontecen. Todo parece estar elaborado minuciosamente, pero lo que más impacta
de Seven es el ingenio que posee la
historia en sí: Morgan Freeman y Brad Pitt envueltos en un juego tan
perturbador como intelectual al seguir un conjunto de asesinatos a manos de un
demente en relación a los siete pecados capitales. Cada cuerpo, ejecutado con
saña y crueldad, conlleva el nombre de un pecado, por lo que nuestros protagonistas
tienen la difícil tarea de inmiscuirse lo mayor posible en el tema para hallar
al responsable de los salvajes actos.
Se dice que hay una línea muy delgada entre la genialidad y la locura.
Dicha frase retrata al villano del film (para muchos de los mejores bellacos del
cine), la cabeza de un plan tan astuto como angustioso e inquietante. Calculador,
instruido y meticuloso, este personaje comete homicidios que obren como castigo
y como modelo de conmoción en el inconsciente colectivo. Resentido y crítico
sobre las conductas de las personas, intenta acaparar la atención sobrepasando
los límites y volcándose hacia lo repudiablemente extremo, algo que explica en
la famosa escena de los diálogos en el auto.
En Seven se critica a la
sociedad, con sus peligros, riesgos e inseguridades callejeras, pero
curiosamente no se menciona el nombre de la ciudad en la que transcurre,
implícitamente englobando la sensación generalizada que se percibe en cada
estado en la actualidad de la narración.
Con actuaciones descollantes y ciertas huellas que comienza a dejar Fincher, la cinta posee uno de los
finales más estremecedores e impactantes que se puedan apreciar. Se requiere
armarse de paciencia para el ritmo de determinadas secuencias, pero el poder de
recordación que deja en la mente es poderoso.
LO MEJOR: el guión, impecable. La intriga, las interpretaciones. El papel de Kevin Spacey en su corta pero
imprescindible aparición. El desenlace. La unión de piezas para que todo cierre
inteligentemente.
LO PEOR: la lentitud de algunos pasajes hace que se torne, de a ratos, algo
lenta.
PUNTAJE: 8,8
Para mi es un 9.5, una gran película en todos los sentidos. Aún recuerdo su visionado en pantalla grande, salí realmente impresionado por la película.
ResponderEliminarY vista hoy en día aguanta perfectamente, no pierde ni un ápice de calidad.
Generó gran cantidad de imitaciones de dudosa calidad, lo que hizo que el género perdiese interés durante años.
Saludos!
Yo recuerdo que la primera vez que la vi era muy chico y me impactó bastante. Tras dos visionados más pasados unos cuantos años noto también que sigue manteniéndose firme en calidad, como bien decís. Peliculón.
EliminarGracias por comentar, Rafa. Saludos!
Una gran película. ¿Es anterior a todas esas series de criminólogos y asesinos locos, verdad?
ResponderEliminar¿Lo es? ¿No?
EliminarSirvió como ejemplo a seguir acerca de cómo hacer un buen thriller con asesinos dementes, con planes tan ingeniosos e inteligentes como viles y sin límites. Luego muchos intentaron copiar este estilo pero claro que no es fácil.
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