Desafiando al espejo
Ya se había explorado en el género el tema de los espejos para
intentar suscitar algo de pavor. Mirrors,
en 2008 y con Kiefer Sutherland incursionó
sin demasiada transcendencia por algunas que otras cuestiones discutibles que,
sin embargo, no la opacaban del todo quedando como una cinta aceptable. Las
cosas cambian si nos remitimos a su secuela, en 2010, fallida y de pasajes más
bien ridículos. Aquí, Mike Flanagan
se mete en el mundo de la imagen que nos devuelve el cristal pero con un guión
bastante más elaborado que no se limita a la generación de tensión o al susto
fácil. En Oculus la historia es algo
más abarcadora y, sin ser una joya, se distingue de proyecciones precedentes
enmarcadas dentro de un rubro que parece haberse estancado.
¿Hace cuánto no se lleva a cabo una inquietante película de terror? El Conjuro ha sido, para muchos, lo
mejor que se proyectó en los últimos tiempos. Vale la mención a Sinister, más tétrica y con mayor
cantidad de sobresaltos, pero con una trama menos trabajada.
Kaylie quiere demostrar, varios años después, que un antiguo espejo ha obrado como el verdadero responsable de que su madre haya sido asesinada por su padre y éste luego muriera a manos de su hijo más pequeño. Tras un largo período en una institución mental, al joven le dan de alta. Su hermana lo recibe para que la ayude a cumplir una vieja promesa destinada a la destrucción del espejo.
Kaylie quiere demostrar, varios años después, que un antiguo espejo ha obrado como el verdadero responsable de que su madre haya sido asesinada por su padre y éste luego muriera a manos de su hijo más pequeño. Tras un largo período en una institución mental, al joven le dan de alta. Su hermana lo recibe para que la ayude a cumplir una vieja promesa destinada a la destrucción del espejo.
Oculus despega de cualquier descripción que lo encasille como un clásico
film de horror y opta por tratar de explicar lo que sucede, así como también
intenta desarrollar el carácter de sus personajes para que no nos resulten
planos. Sin embargo, en ese afán por interiorizarnos en la historia familiar de
los protagonistas y en su plan estructurado para dar fin a la “maldición” (por
llamarla de algún modo) es factible que se pierda vuelo al momento de ocasionar
temor en el espectador.
Flanagan prefiere someternos a la insinuación de que algo está por suceder
antes que recaer en los típicos y cantados sustos que infieren narraciones
propias del género. Para ello se vale de una atrapante atmósfera y de una
musicalización de tono grave que instala el nervio a escalas crecientes.
A pesar de tomarse su tiempo para teñir el asunto de tensión, Oculus está bien construida. Funciona
más como un producto de suspenso e intriga con tintes de terror que como una
propuesta netamente abocada al género.
LO MEJOR: bien elaborada. El apartado técnico. La tensión, progresiva.
LO PEOR: demora en entrar en clima de nervio.
PUNTAJE: 6,5
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