martes, 17 de diciembre de 2013

Películas del Recuerdo - Barton Fink (1991)


Interrupción y desorden mental

Los guiones que escriben los Coen no son comunes. La extravagancia intercalada con el sarcasmo parece ser una marca registrada en los hermanos oriundos de Minnesota. Esta no es la excepción; de hecho forma parte de una de sus primeras obras, contando con la particularidad de haberse llevado los tres premios primordiales en el Festival de Cannes por aquel entonces.
Barton Fink no es una cinta que se caracterice por ser neta y ampliamente disfrutable como producto en sí. Tampoco es de fácil digestión para todos los públicos. Pero es tan enigmática que despierta interés y curiosidad, por cierto de manera creciente. Con la utilización de una fotografía oscura en cada secuencia y escenarios convocados, como es el caso de la habitación de hotel de nuestro protagonista, el film obtiene un nivel agobiante y casi claustrofóbico en cuanto a tenebrosidad y toda apariencia que tenga que ver con lo sombrío.
John Turturro hace de Barton Fink, un guionista que suele escribir acerca de personas comunes, de clase media, según él quienes tienen mucho más por contar que individuos de estratos más altos. Arriba a Hollywood y recibe un encargo: elaborar una trama de película sobre un personaje de lucha libre. Encerrado en su cuarto de alojamiento comienza a sufrir grandes problemas de concentración que no hacen más que bloquearlo mentalmente a la hora de idear la historia. Su vecino Charlie, llevado a cabo brillantemente por John Goodman, forja una relación amistosa pero extraña con Barton, quien a pesar de entablar este flamante vínculo no consigue superar su obstrucción creativa.


Al mejor estilo David Lynch, la proyección nos pasea por breves e intensos pasajes oníricos, con una buena cantidad de recursos al simbolismo, a la metáfora, intercalados con una atmósfera siniestra casi propia de narraciones de terror. Aunque con un segundo visionado se hace más apreciable desenmascarar todos los mensajes que contiene de fondo, la obra de los Coen resulta ser ese tipo de relatos en los que más allá de lucir unos ciertos retazos surrealistas, el entramado es mucho más simple de lo que presume y simula ser.
Barton Fink se burla del manejo de las superproducciones cinematográficas insulsas y burdas, critica el cuestionamiento hacia quienes emplean la mente como elemental herramienta de trabajo y connota, desde la sátira, el pensamiento y el modus operandi imaginativo del guionista, enlazando el proceso de creación con dolencias y sufrimientos personales.
La cuarta entrega de los hermanos que más adelante concibieron a The Big Lebowski, entre otras, es una invitación a la reflexión, un pase gratis a poner la mente en marcha para sacar conclusiones, culminando con un asunto que jamás se resuelve o bien dejado a libre interpretación de cada observador.
LO MEJOR: la ambientación. El aire de intensidad que se genera, lo sombrío y enigmático. Las actuaciones de Turturro y Goodman. Se le saca más jugo cada vez que se la vuelve a ver.
LO PEOR: tarda bastante en conectar; lo bueno se hace esperar en el metraje.

PUNTAJE: 8,1

2 comentarios:

  1. A mi parecer lo mejor de los Coen, sin dudar.

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    1. Para mí también; la mejor de los Coen, incluso más que Fargo.

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