Interrupción y desorden mental
Los guiones que escriben los Coen
no son comunes. La extravagancia intercalada con el sarcasmo parece ser una
marca registrada en los hermanos oriundos de Minnesota. Esta no es la excepción;
de hecho forma parte de una de sus primeras obras, contando con la
particularidad de haberse llevado los tres premios primordiales en el Festival
de Cannes por aquel entonces.
Barton Fink no es una cinta que se caracterice por ser neta y ampliamente
disfrutable como producto en sí. Tampoco es de fácil digestión para todos los
públicos. Pero es tan enigmática que despierta interés y curiosidad, por cierto
de manera creciente. Con la utilización de una fotografía oscura en cada
secuencia y escenarios convocados, como es el caso de la habitación de hotel de
nuestro protagonista, el film obtiene un nivel agobiante y casi claustrofóbico
en cuanto a tenebrosidad y toda apariencia que tenga que ver con lo sombrío.
John Turturro hace de Barton Fink, un guionista que suele escribir acerca de
personas comunes, de clase media, según él quienes tienen mucho más por contar
que individuos de estratos más altos. Arriba a Hollywood y recibe un encargo:
elaborar una trama de película sobre un personaje de lucha libre. Encerrado en
su cuarto de alojamiento comienza a sufrir grandes problemas de concentración
que no hacen más que bloquearlo mentalmente a la hora de idear la historia. Su
vecino Charlie, llevado a cabo brillantemente por John Goodman, forja una relación amistosa pero extraña con Barton,
quien a pesar de entablar este flamante vínculo no consigue superar su
obstrucción creativa.
Al mejor estilo David Lynch,
la proyección nos pasea por breves e intensos pasajes oníricos, con una buena
cantidad de recursos al simbolismo, a la metáfora, intercalados con una
atmósfera siniestra casi propia de narraciones de terror. Aunque con un segundo
visionado se hace más apreciable desenmascarar todos los mensajes que contiene
de fondo, la obra de los Coen resulta
ser ese tipo de relatos en los que más allá de lucir unos ciertos retazos
surrealistas, el entramado es mucho más simple de lo que presume y simula ser.
Barton Fink se burla del manejo de las superproducciones cinematográficas
insulsas y burdas, critica el cuestionamiento hacia quienes emplean la mente
como elemental herramienta de trabajo y connota, desde la sátira, el
pensamiento y el modus operandi imaginativo del guionista, enlazando el proceso
de creación con dolencias y sufrimientos personales.
La cuarta entrega de los hermanos que más adelante concibieron a The Big Lebowski, entre otras, es una
invitación a la reflexión, un pase gratis a poner la mente en marcha para sacar
conclusiones, culminando con un asunto que jamás se resuelve o bien dejado a
libre interpretación de cada observador.
LO MEJOR: la ambientación. El aire de intensidad que se genera, lo sombrío y
enigmático. Las actuaciones de Turturro
y Goodman. Se le saca más jugo cada
vez que se la vuelve a ver.
LO PEOR: tarda bastante en conectar; lo bueno se hace esperar en el metraje.
PUNTAJE: 8,1
A mi parecer lo mejor de los Coen, sin dudar.
ResponderEliminarPara mí también; la mejor de los Coen, incluso más que Fargo.
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