Esta quinta entrega de 'Scream' ya nos avisa desde su
comienzo que los guiños a varios momentos de la saga estarán a la orden del
día. Y es así que todo inicia con una joven atendiendo una llamada de un número
desconocido mientras está sola en una casa por la noche. Del otro lado, una voz
que cada segundo se va poniendo más aterradora, producto del juego de preguntas
al que somete a quien pareciera ser su próxima víctima, como ocurría con Drew
Barrymore en aquella cinta que abría el telón allá por el año 1996.
¿Se puede crear una atmósfera similar a la que supo
cautivar al público con las proyecciones dirigidas por Wes Craven? Esa era la
tarea más difícil, de antemano, con la que los realizadores de este film se
topaban. Afortunadamente (y más allá de algunas situaciones algo sosas y
cuestionables en cuanto al guion), las cosas funcionan con un clima que nos
recuerda a los buenos momentos de las mejores partes de la franquicia.
En este entretenimiento garantizado de principio a fin,
hay sangre a chorros con muertes sumamente explícitas, menciones y referencias
a películas de terror (marca registrada de la casa 'Scream'), y también un tono
burlón que permite jugar con todo lo que rodea al cine del género, con sus
fanáticos empedernidos incluidos.
El suspenso, los personajes míticos que aparecen (que
tanta nostalgia aportan) y los saltos funcionan de gran forma, con casi la
misma frescura que la que supimos percibir antiguamente.
En este quinto capítulo de 'Scream', los propios
personajes parecieran advertirnos que tampoco nos tomemos tan en serio lo que
vayamos viendo, y eso termina añadiéndole todavía una pizca más de disfrute a
ese buen sabor de boca que deja esta sorpresiva entrega.
Lo Mejor: que mantiene la
esencia de la franquicia, con el mismo nivel de frescura.
Lo Peor: algunas pequeñeces cuestionables de guion.
Puntaje: 8 Alancitos Ghostfaces sobre 10
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