sábado, 13 de diciembre de 2014

Calvario - Crítica



Curas, feligreses y pecados

Muy importante es el aporte de Brendan Gleeson en este film llamado Calvario cuyo desarrollo le hace honor a su título. Guión y dirección de John Michael McDonagh, hermano de Martin, aquel encargado de cintas como In Bruges y Seven Psychopaths. Ambos directores tienen un modo similar en cuanto al tono con el que tiñen sus productos, con pinceladas de un singular humor negro de esos que no suscitan risas pero definen un estilo.
James (Gleeson) es un cura que un día recibe una amenaza de un sujeto que acusa haber sido víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando era pequeño. Así comienza Calvario, con una escena inicial que impacta apenas pronunciada la primera frase de la narración. Crudas y fuertes son las confesiones que da este feligrés, incomodando además al espectador. Lo provee a nuestro protagonista de unos días para que ponga en orden sus asuntos y luego lo asesinaría el domingo porque “matar a un cura inocente sí sería noticia”.


Tras ese chocante prólogo, la cámara no se aleja de Brendan Gleeson y nos invita a seguirlo en cada uno de sus movimientos y visitas a diferentes sitios e individuos con los que se encuentra. John Michael McDonagh aborda las identidades de una serie de personajes bastante excéntricos, desde un barman, pasando por un millonario acongojado hasta llegar a un taxi boy. Cada uno de ellos posee un comportamiento casi de rebeldía o de desazón, en mayor o menor grado, hacia la iglesia y las cuestiones que rodean a esta. La ironía y la acidez están a la orden del día en los desprejuiciados diálogos que mantienen entre los participantes, pero también existe un enfoque más profundo y reflexivo, sacando a relucir el drama, el género que predomina en el relato.
El perdón está subestimado, parece ser uno de los lemas de nuestro intérprete principal. James escucha y atiende a distintas personas que confirman y cuentan que han pecado. No siempre su presencia y sus sugerencias llegan a buen puerto. El pesimismo y la deshumanización por momentos reinan en las expresiones de quienes se ven implicados en los eventos. Remordimientos y arrepentimientos, algunos, pero a la vez la duda hacia los postulados religiosos. En la proyección de McDonagh, tanto la crítica contra la iglesia como el cuestionamiento y el prejuicio en torno al sacerdocio tienen sus apariciones.
Con un Gleeson sobresaliente, Calvario resulta interesante y dura en partes iguales. Una cinta en la que muchas de sus líneas o conversaciones quedan retumbando en la mente del observador.

LO MEJOR: Brendan Gleeson, de convincente y entrañable interpretación. Acompaña en buena forma Kelly Reilly. Los diálogos, la forma en que está contada la historia.
LO PEOR: algunas secuencias tal vez de relleno.

PUNTAJE: 7

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