Cine independiente del bueno
Jeff Nichols escribe y dirige. Y lo hace bien. No hay largometraje en su haber en
el que no esté su actor “fetiche”, Michael
Shannon, en esta oportunidad en un papel secundario.
Mud
es un relato armónico que combina prolijamente retazos de diferentes géneros,
predominando lo dramático, lo aventurero y lo romántico. Aprovechando la vida
rural en la que nos implica casi a cada instante Nichols, el espectador puede disfrutar de modo ameno y apacible lo
que sugieren las imágenes, a partir de la belleza que evocan los atardeceres en
islas, o bien a través del transporte de un lugar a otro en un pequeño bote,
cruzando un manso lago.
Mud (Matthew McConaughey) es
un tipo que se encuentra alejado de todo, escondido, de apariencia vaga (como
lo llaman al descubrirlo). Un soñador que ha decidido refugiarse tras haber
matado al hombre que le causó unos malos tragos a Juniper, la mujer que ama. No
sólo su existencia comienza a reflotar después de la aparición de dos
adolescentes (Tye Sheridan y Jacob Lofland), sino también la de estos
jóvenes audaces, quienes lo ayudan sin pero alguno a intentar que nuestro
protagonista se reúna con su adorada.
La película nos acarrea de la frialdad a la expresividad o calidez
humana que uno puede exteriorizar, sin que esto sea una contradicción; el paso
de la ilusión y la ceguera que genera el apego a una persona a la desilusión y
la frustración. Una historia que maneja a la perfección sentimientos profundos
sin la necesidad de recaer en la cursi, operando como un puñetazo en el
estómago a fuerza de diferentes diálogos y acontecimientos que parecen dar
cuenta que el crecimiento, a veces, va de la mano de circunstancias poco
fortuitas que se experimentan y se viven a flor de piel.
El amor como motor de búsqueda hacia un sueño bañado de fe y la
aventura como elemento a tomar impulsivamente, por instinto, sin temores ni
remordimientos hacia lo que uno cree que es lo mejor, más allá de lo alto que
pueda ser el muro con el que nos topemos.
LO MEJOR: las sensaciones a la que nos transporta la narración. El ritmo pausado
no molesta, conduce por sí solo a buen puerto. Actuaciones. La veracidad que se
le imprime a los diálogos.
LO PEOR: podía haberse resumido en menos de 130 minutos. Le falta algo para
terminar de trascender.
PUNTAJE: 7,8
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