sábado, 26 de julio de 2014

7 cajas - Crítica


Siga a esa carretilla

Propuesta oriunda de Paraguay, suelo poco explorado y escasamente conocido en materia cinematográfica. 12 cajas asoma como un exponente digno de ser recordado por su gran puesta en escena, por su fuerza y por su vertiginoso ritmo, principalmente ese que en su arranque, a puro vigor y a pasos galopantes sumerge de lleno al observador en la historia. Película que puede ser enmarcada como un thriller con momentos o tintes de acción, que a la vez mezcla algunas que otras secuencias de humor de tono socarrón. Dirigida por Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori y nominada a Mejor Película Hispanoamericana en los Premios Goya de 2012, arriba un poco tarde a las salas argentinas.
Los directores nos enseñan lo arduo que puede resultar el trabajo en algunos sectores de su país, así como también las miserias del mismo. Víctor es un jovencito carretillero que trabaja en un mercadito en el que la competencia por “ganarse el mango” se deduce y se percibe agitada. Nuestro protagonista se nubla y se aísla cada vez que enfoca su vista en la televisión; sueña con aparecer en ella. El punto de inflexión se da cuando le encargan el transporte de siete cajas cuyo contenido desconoce. Como anticipo le entregan la mitad de un billete de 100 dólares, de modo que una vez concluida la encomienda pueda recibir la mitad restante. En el camino, las cosas se complican más de la cuenta.


Si hay algo por lo que realmente se justifica el visionado del film es por su ágil, trepidante e hiperactivo comienzo. La media hora inicial porta una energía y una frescura contagiosa que enlaza espontáneamente al espectador con los sucesos. Esta presentación es factiblemente el punto más alto de 7 cajas. Pero como ocurre con todo pico o auge, en algún momento la estabilidad cambia de rumbo y el declive se hace manifiesto, en este caso de un modo no tan vertical, permitiendo así el mantenimiento de la expectación para quienes observan del otro lado de la pantalla.
Existen pasajes en los que diferentes sucesos alarman o incrementan la tensión. El abanico de variantes que se utiliza para crear esa sensación de nervio funciona favorablemente, sobre todo en lo que concierne a la primera mitad del relato. El problema quizás esté dado en el grado de pesimismo o en el carácter perjudicial, contraproducente de cada uno de los acontecimientos que se exhiben. Todos los personajes parecen tener una dosis elevada de mala suerte, infortunio o lo que sea que los haga verse envueltos en un sinfín de oportunidades adversas, algo que a la larga puede terminar impacientando o molestando más de lo necesario al público.
Los realizadores paraguayos nos muestran, entre verdades e ironías, el funcionamiento de una determinada zona, en donde nadie es de fiar y el ritmo de vida se siente tan duro como desmoralizador. No escatiman a la hora de despotricar contra el mecanicismo o el accionar policial, aplicando unas cuantas y, mayoritariamente, buenas rebanadas de comedia negra (como se ha visto en otras tantas narraciones) que encierran una burla hacia la inoperancia de esa fuerza en particular.
7 cajas acaba redondeando una buena performance. Llevadera, entretenida aunque algo intermitente desde el segundo tramo en adelante, resulta una propuesta más que interesante.

LO MEJOR: el comienzo, vertiginoso, explosivo. Buena puesta en escena. Las situaciones y la tensión.
LO PEOR: pierde inevitablemente el ritmo hacia la segunda mitad.

PUNTAJE: 7

sábado, 19 de julio de 2014

El planeta de los simios: Confrontación - Crítica


Primates al ataque

Uno de los estrenos más esperados del año emerge de la mano de Matt Reeves, director de aquella película de corto metraje titulada Croverfield, en el 2008. Exigente el desafío de esta entrega, teniendo en cuenta la buena sensación que había dejado su predecesora al combinar la frescura que supone el inicio de una nueva saga con elementos de aventura y también drama, para añadirle profundidad a la historia. Aquí, sin James Franco pero con Jason Clarke y Gary Oldman, el relato se vale de un plus de tensión y acción aún mayor para disfrute del observador.
Un virus ha ocasionado una pérdida enorme en la vida humana. El caos predomina en la sociedad mientras los simios han sobrevivido e incluso logrado expandirse. Evolucionaron a niveles elevados. Poseen una capacidad de raciocinio increíble. Ellos quieren mantener su comunidad en paz, lo que implica la no presencia – invasión de los hombres. Siguen a un líder, al gran César, principal responsable del crecimiento primate. Cualquier mínima disputa o “acuerdo” incumplido entre ambas especies puede ser motivo de desconfianza, y con ella la germinación de una guerra.
Reeves, de buen pulso narrativo, nos sumerge desde el arranque en el interior de la cotidianeidad de los simios, enseñándonos sus costumbres, hábitos y resaltando lo que prevalece entre ellos: la unión, el compañerismo. Una congregación con atributos de familia. Como el propio César se encarga de manifestar en varias oportunidades. De repente, ese inicio de apariencia mansa y de pasos lentos sufre un quiebre ante la primera aparición humana en territorio de los monos. La música se agudiza, las miradas se entrecruzan con el mismo nervio entre los participantes de la acción que el que moviliza al espectador. Algo se ha roto. La amenaza toma posesión y es motivo de preocupación.


Quién empieza embistiendo. Quién termina atacando. Quién es el bueno. Quién es el malo. Reeves juega con el público y lo invita a inclinar hacia un lado u otro la balanza y sacar sus conclusiones, o simplemente permite que se deje llevar por su sentido de percepción o “simpatía” hacia uno u otro personaje de cada especie a partir de los acontecimientos que se van sorteando, con cambios, a lo largo de las poco más de dos horas de duración del film.
El planeta de los simios: Confrontación tiene de todo. Aventura, acción, fuertes enfrentamientos y además una cuota dramática que cala hondo. Este último aspecto, tan necesario como en el episodio anterior, funciona como una pequeña fosa que lleva hacia los sentimientos encontrados de las figuras que intervienen en la proyección. En cada bando existe la rebeldía, la traición y la manipulación. Los simios crecieron tomando lo mejor de los seres humanos en cuanto a capacidades cognitivas y racionales. A veces, estas habilidades también pueden transportar a lo oscuro. Primates versus hombres. Notable película.

LO MEJOR: la historia. La diversidad de situaciones que se exploran. Drama, acción, entretenimiento. La puesta en escena. Elementos técnicos. Tensa.
LO PEOR: lleva sus pasajes predecibles.

PUNTAJE: 8

lunes, 14 de julio de 2014

Me perdí hace una semana - Crítica


Extraños primeros planos

Iván Fund es el director de Me perdí hace una semana, un film de apenas 70 minutos de duración que posee la particularidad de resultar muy difícil de ser sometido a un análisis severo, no porque lo que se exponga sea complejo ni mucho menos, sino por el modo de manifestarse que posee el realizador a través de la cámara y de las escenas que nos presenta.
La película apela a los silencios, a cabezas gachas y a miradas que dan la sensación de abstraerse en la nada misma. Fund nos enseña distintos personajes que se relacionan o dialogan sin demasiada trascendencia. Michi es un tarotista gay que ha perdido a su perro. Probablemente los momentos de mayor calidez estén bajo su cargo, por su impronta, espontaneidad y chispa para intentar sacar adelante secuencias en donde las charlas parecen no dirigirse hacia ningún lado. Michi se conecta con la gente que vive en su barrio. La inexpresividad de los personajes procura que detectemos que cada uno de ellos no se siente netamente realizado.
Los primeros planos abundan, se hacen extensos y no le aportan mayor profundidad al relato. No hay una trama definida, la proyección no busca precisar una historia determinada sino ahondar en las relaciones interpersonales. Lo que consigue Fund es ganar realismo, puesto que cada una de las instancias que monta expresa la cotidianeidad, los quehaceres y lo intrascendente que puede resultar una simple cena, un despertar, o una caminata por los alrededores del vecindario. Lo mismo ocurre en los diálogos; cada vez que observamos a los intérpretes sentados en una mesa manteniendo una plática la impresión que tenemos es que alguien ha dejado encendida la filmadora sin que los participantes se hayan dado cuenta de ello, para registrar la ocasión. Sin embargo, pese a la elevada cuota de naturalidad que acarrean los acontecimientos (muchos de ellos bastante alargados), la narración no conduce hacia un puerto de enlace para con el espectador, tornándose el asunto todavía más trivial.

LO MEJOR: los momentos del personaje de Michi.
LO PEOR: film frío, lento, manso y que se hace pesado a pesar de su corta duración. Diálogos que no conducen hacia ninguna parte.

PUNTAJE: 3

sábado, 12 de julio de 2014

The Double - Crítica


Quisiera ser…

Richard Ayoade, dirige esta más que interesante cinta denominada The Double, adaptando la novela homónima de Fiódor Dostoievski. No confundirla con la proyección realizada por Michael Brandt, que llevaba el mismo título (aunque nada que ver tenga la historia de una con otra), protagonizada por Richard Gere en 2011. En esta ocasión, el parecido se ubica más cerca de la reciente obra maestra de Denis Villeneuve (estamos hablando de Enemy), al hacer tambalear la cotidianidad del personaje central ante la supuesta existencia / invasión de un doble suyo. Aquí, si bien la propuesta es, mínimamente, jugada, los simbolismos no resultan tan complejos ni hay tanto espacio para pasajes onírico-surrealistas como en la película canadiense. En The Double las cosas resultan un poco más literales, por decirlo de alguna manera.
Jesse Eisenberg (Red Social y Zombieland, por citar dos ejemplos) compone a Simon James, un joven con elevados problemas para relacionarse y expresar lo que siente. Introvertido y solitario, siente que nadie lo tiene en cuenta. No lo registran. Ni siquiera su amor imposible, que trabaja en el mismo establecimiento que él, recuerda su nombre. El asunto toma un giro abrupto con la aparición de un sujeto idéntico a Simon, que ocupa un lugar en su empleo y se destaca en cada actividad que lleve a cabo.


El producto que nos presenta Ayoade está constituido por diferentes capas. Una de ellas tiene que ver con el flanco humorístico, que más bien opera de comedia negra, satírica; otra se posiciona sobre un drama tan psicológico como el propio análisis al que se presta la narración al explorar las conductas y las agudas represiones de nuestro protagonista. Ambos mantos son los que más sobresalen, dejando lugar a un tercer elemento de intriga, que se mantiene y crece conforme al avance del relato.
De comienzo extraño y algo perezoso, The Double tarda unos minutos en conectarnos o someternos a un desarrollo de acontecimientos de gran poder hipnótico. Su corto metraje (apenas hora y media) colabora a su visionado; innecesario hubiese sido estirar más la historia. La atmósfera de pesadilla nos remite y nos sumerge en el interior de Simon, todo es tan oscuro y desprovisto de vivacidad como la rutina que éste afronta día a día. ¿Cómo es vivir en las tinieblas? Su doble representa todo aquello que quisiera manifestar con soltura y decir o gritar a los cuatro vientos. Esa suerte de doppelgänger que amenaza con apropiarse de todo simboliza los pensamientos y las acciones más extrovertidas, esas que Simon no puede sacar a la luz o exteriorizar por tener una personalidad tan tímida y temerosa.
Un guión inteligente con frases y diálogos perfectamente elaborados. Solventes interpretaciones de Eisenberg y de Mia Wasikowska para que el film cobre aún mayor calidad y un tratamiento que, bañado de humor, coopera a la hora del disfrute de la proyección.

LO MEJOR: el desarrollo del film. Las actuaciones. La atmósfera oscura en torno al personaje central. Los tintes de comedia negra. Buena trama.
LO PEOR: un arranque algo lento. Tarda un poco en meternos de lleno en la historia.

PUNTAJE: 8

martes, 8 de julio de 2014

Oculus - Crítica


Desafiando al espejo

Ya se había explorado en el género el tema de los espejos para intentar suscitar algo de pavor. Mirrors, en 2008 y con Kiefer Sutherland incursionó sin demasiada transcendencia por algunas que otras cuestiones discutibles que, sin embargo, no la opacaban del todo quedando como una cinta aceptable. Las cosas cambian si nos remitimos a su secuela, en 2010, fallida y de pasajes más bien ridículos. Aquí, Mike Flanagan se mete en el mundo de la imagen que nos devuelve el cristal pero con un guión bastante más elaborado que no se limita a la generación de tensión o al susto fácil. En Oculus la historia es algo más abarcadora y, sin ser una joya, se distingue de proyecciones precedentes enmarcadas dentro de un rubro que parece haberse estancado.
¿Hace cuánto no se lleva a cabo una inquietante película de terror? El Conjuro ha sido, para muchos, lo mejor que se proyectó en los últimos tiempos. Vale la mención a Sinister, más tétrica y con mayor cantidad de sobresaltos, pero con una trama menos trabajada.
Kaylie quiere demostrar, varios años después, que un antiguo espejo ha obrado como el verdadero responsable de que su madre haya sido asesinada por su padre y éste luego muriera a manos de su hijo más pequeño. Tras un largo período en una institución mental, al joven le dan de alta. Su hermana lo recibe para que la ayude a cumplir una vieja promesa destinada a la destrucción del espejo.


Oculus despega de cualquier descripción que lo encasille como un clásico film de horror y opta por tratar de explicar lo que sucede, así como también intenta desarrollar el carácter de sus personajes para que no nos resulten planos. Sin embargo, en ese afán por interiorizarnos en la historia familiar de los protagonistas y en su plan estructurado para dar fin a la “maldición” (por llamarla de algún modo) es factible que se pierda vuelo al momento de ocasionar temor en el espectador.
Flanagan prefiere someternos a la insinuación de que algo está por suceder antes que recaer en los típicos y cantados sustos que infieren narraciones propias del género. Para ello se vale de una atrapante atmósfera y de una musicalización de tono grave que instala el nervio a escalas crecientes.
A pesar de tomarse su tiempo para teñir el asunto de tensión, Oculus está bien construida. Funciona más como un producto de suspenso e intriga con tintes de terror que como una propuesta netamente abocada al género.

LO MEJOR: bien elaborada. El apartado técnico. La tensión, progresiva.
LO PEOR: demora en entrar en clima de nervio.

PUNTAJE: 6,5

lunes, 7 de julio de 2014

Tokarev (Rage) - Crítica


Plan de desquite

El póster que lleva Tokarev es, al menos, sugerente. Está bien elaborado a partir de la oscuridad propia del afiche y desde la mirada desafiante de Nicolas Cage, alguien que con el correr de los años ha sido muy resistido por los papeles que aceptó interpretar. Aquí, en la obra de Paco Cabezas, cumple sin llegar a lucirse (tampoco la trama y las situaciones que se sortean a lo largo del metraje lo ayudan a redondear un desempeño mayor), convirtiéndose en probablemente uno de los pocos puntos positivos de este thriller que mezcla algunas secuencias de acción.
La película expone una nueva historia de venganza. Cage como un hombre de negocios que ha tenido un pasado turbio, en esta oportunidad despedazado por la muerte de su hija y dispuesto a encontrar al culpable para cobrarse una vendetta salvaje, a todo o nada. ¿A quiénes les hizo, en sus épocas más oscuras, una mala jugada como para que lleven a cabo tamaña ejecución? Iracundo y con vehemencia, el bueno de Cage se muestra temible cuando de ensuciarse las manos se trate.


Hay algo trillado en Tokarev, así como también existen elementos favorables. El comienzo, de buen timing y la presentación del personaje que compone el protagonista de Snake Eyes poseen un poder de enlace que mantiene y crea expectativas en el observador, pero conservar o acrecentar el interés se convierte en una tarea ardua que va perdiendo los hilos conforme al paso de los minutos.
Ni siquiera la presencia de Danny Glover alcanza para reforzar el rol de quienes ofician de secundarios. Hasta la primera media hora, el film no hace más que insinuar que algo bueno está por venir. En el medio, entre escena y escena, una u otra circunstancia rompe el clima, desmigajando lentamente la lesa línea argumental con intermitencias y acontecimientos que van despojando de tensión al asunto. Cage sigue haciendo pie, incluso inmerso en una gran cantidad de eventos que se tornan cada vez más improbables.
Paco Cabezas se deja llevar por su instinto y empieza a aislar de seriedad a las cuestiones que expone, con persecuciones y enfrentamientos desprovistos de buena ambientación. Intenta mezclar elementos que jueguen a favor; añade algún grito desgarrador que queda boyando, y no es suficiente.
En Tokarev las fallas son explícitas; hay golpes de puño que terminan en el aire con evidencia pero resuenan en el estómago de alguna víctima. Una proyección que tal vez hubiese aprovechado mejor el viraje hacia esa acción que le otorga el desquite de haber incluido una cuota más feroz de salvajismo y por qué no unas pizcas de humor negro.
No hay mucha tela para cortar en una historia que, por su dificultad para definir el ritmo narrativo, acaba en la nebulosa sin siquiera terminar resultando mera y netamente entretenida.

LO MEJOR: Nicolas Cage. El arranque del film.
LO PEOR: las resoluciones, el poco poder de enlace que posee pasados los primeros treinta minutos. Irregular, inverosímil. No maneja en buenas proporciones el entretenimiento.
PUNTAJE: 4,5

miércoles, 2 de julio de 2014

Jersey Boys - Crítica


Talentosos muchachos

Clint Eastwood vuelve al ruedo tras J. Edgar, en 2011, esta vez con un drama-biográfico-musical. El director de 84 años, tras haber incursionado en varios géneros con la misma firmeza con la que supo disparar rifles como protagonista en tantas historias, se aboca aquí, en Jersey Boys, al mundo de la música. Para ello emplea su particular y discreto estilo, ese que lo distingue como un gran narrador. En su nueva obra, por cierto perfectamente ambientada, nos trae al recuerdo, casi de manera inevitable, a Goodfellas. Esto es, por ese vecindario en el que “la tanada” se hace sentir, el ghetto y los vínculos con la mafia de sus personajes, entre otras cosas. Aunque, claro está, sin los excesos propios de aquella pieza maestra de Scorsese.
Jersey Boys nos cuenta la vida de Frankie Valli (John Lloyd Young), vocalista del conjunto ‘The Four Seasons’, con todas las polémicas y sucesos que le tocó atravesar en su camino artístico. Se le suma, la relación que siempre mantuvo con bandos mafiosos, algo que a mediano o largo plazo suele traer problemas.


Eastwood se vale de su experiencia y de sus conocimientos en materia cinematográfica para sumergirnos en una historia de buen pulso narrativo. Nuestros personajes le hablan a la cámara, nos detallan lo que acontece. El recurso a la voz en off suena bien, y cuando eso pasa se torna contagioso para el público, actúa como un elemento motivador e incitante para adentrarlo aún más en los acontecimientos. Es un condimento que, cuando se sabe utilizar, funciona como una suerte de plus para el observador.
Destacable resulta la tarea de los protagonistas. Vincent Piazza es probablemente una de las figuras que mejor influye en el relato. Su presencia como Tommy DeVito le infunde el costado de picardía, desenfreno y a la vez peligrosidad de acuerdo al rumbo del cuarteto. Sus muecas de disgusto, su rebeldía y sus formas sirven como el factor que le imprime tensión al asunto. John Lloyd Young cumple más que aceptablemente y brilla cuando le toca sacar a relucir ese tono de voz tan agudo y diferente en los momentos musicales que, dicho sea al paso, están muy bien construidos. Con acotadas pero interesantes y apreciables apariciones, contamos con un Christopher Walken al que le sienta bien el traje de gángster.
La proyección ahonda tanto en los códigos como en los riesgos que se pueden correr ante la ceguedad de enfocarse únicamente en una carrera que, si bien puede ser muy redituable, demanda tiempo, giras y eleva el ego hacia picos montañosos. Es igual de atinado expresar que el film pierde un poco de enlace cuando se mete en lo dramático pasados tres cuartos de su extenso metraje como remarcar que gana fuerza y empatía con las participaciones de Vincent Piazza.
Jersey Boys vale la pena, como casi todo lo que ha tocado y concebido impecablemente Clint Eastwood.

LO MEJOR: los momentos musicales. El modo de narrar la historia. Las actuaciones. La puesta en escena.
LO PEOR: intenta intensificar el drama más de lo necesario. Se hace algo larga hacia el último tramo.

PUNTAJE: 7,8