De mutantes y Centinelas
Bryan Singer vuelve a sumergirse en el mundo de los mutantes, en esta oportunidad
recargado y dispuesto a arrasar más aun respecto de sus precedentes films vinculados
a Wolverine, Xavier y compañía, aquellos que tuvieron lugar en el 2000 y en el
2003, en el comienzo de la saga. En X-Men:
Días del futuro pasado, el director nos deleita con un sobresaliente en
casi todos los elementos que hacen a la historia y a la puesta en escena, con
una producción de un calibre técnico impactante, valiéndose además de un
reparto de ensueño y de un relato estructuralmente irreprochable, cimentado de
tal forma que cada acontecimiento tenga una explicación apropiadamente
fundamentada.
A través de un arranque potente y fibroso en un futuro siniestro, la
película amarra fuerte al espectador a la butaca con una batalla ardua y
peligrosa para nuestros héroes. La amenaza está dando sus frutos y venciendo.
Algo ha ocurrido, allá por los años setenta, que permitió la creación (y la
consecuente mejora) de esta especie de robots acechadores de mutantes. Un viaje
hacia el pasado es necesario para cambiar las cosas y prevenir un ultimátum que
pondría en riesgo a toda la humanidad.
Fanáticos del cómic agradecidos, seguramente, por esta proyección que
se adapta al cine utilizando y haciendo funcionar a cada uno de los componentes
y condimentos adecuados como para no situarse o encasillarse en un solo género.
X-Men: Días del futuro pasado no es
un sinfín de enfrentamientos estruendosos (de hecho no desborda de acción), es
mucho más abarcadora y profunda. Es cierto, como producto pochoclero o
taquillero pisa fuerte, pero durante sus dos horas y pico de metraje también se
dedica a indagar e inspeccionar en la conexión entre los personajes, en sus
reflexiones y maneras de encarar la tensa situación que se avecina y así buscar
una solución que dé un giro rotundo al porvenir. Y aquí es donde las cosas se
empiezan a complicar; al enfoque oscuro y tenaz del Magneto personificado a la
perfección (nuevamente) por Michael
Fassbender, se le suma la rebeldía de Mystique (gran labor de Jennifer Lawrence) y las luchas internas
del Profesor Xavier (convincente rol de James
McAvoy). La añadidura de la línea histórica-política en la narración es un
punto que suma, aporta solidez e incluso magnifica la temática al ser observada
desde la perspectiva y la controversia que generan en la sociedad los mutantes.
Aunque resulte difícil en una sola entrega darle mayor participación a
todas las figuras que se presentan en la cinta, vale destacar la intervención
de una de las sorpresas (de contagioso carisma): Quicksilver, gracioso y
entretenido, encarnado por Evan Peters
(atención a una de las escenas en la que contribuye muy agradablemente). Firme
y solvente se lo percibe a Peter Dinklage
como Bolivar Trask, en otra de las atinadas elecciones para la conformación del
elenco, mientras que en lo que respecta a los principales y ya conocidos
intérpretes poco hay para agregar por tratarse de desempeños a la altura de las
circunstancias.
Para fieles y seguidores de X-Men, existen momentos en los que también
se incurre a la bien transcripta aparición de Storm, Bishop y Warpath, entre
otros. De modo que no se pierda la costumbre y como efecto motivacional para la
próxima edición, se aconseja quedarse al finalizar los créditos.
LO MEJOR: la historia, con saltos temporales correctamente estructurados.
Enfrentamientos. Efectos. Interesante recurso al ralentí. Combina acción, drama
y algunas bocanadas cómicas. Actuaciones brillantes.
LO PEOR: alguna que otra escena en la que quizás se estire su duración.
PUNTAJE: 9
<3
ResponderEliminarExcelente crítica, coincido plenamente! Es la mejor película de toda la saga y una de las mejores del género.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Lucas! También me pareció la mejor de la saga, incluso superior a la primera de todas, también de Singer.
EliminarAbrazo