sábado, 17 de mayo de 2014

Muerte en Buenos Aires - Crítica


Humor, crimen y pop en los ochenta

La ópera prima de Natalia Meta está caracterizada por valerse de una producción brillante desde la puesta en escena. Se destaca el trabajo de ambientación logrado para plantar una estética que merodea en la oscuridad, en las luces de neón y que juega con el color fucsia en determinados escenarios para representar energía, entusiasmo y mucha vibra. Interesante encuadre ochentoso, con guiños a situaciones que tuvieron lugar en la época y con una crítica irónica hacia la corrupción y “adornos” de quienes ocupan posiciones de poder o rangos jerárquicos elevados en los sistemas judiciales-policíacos.
El inspector Chávez (Demián Bichir) es el encargado de investigar un homicidio de trasfondo homosexual, ocurrido en una distinguida zona de Buenos Aires. El agente Gómez (“Chino” Darín), intenta cooperar en la resolución del crimen, aliándose a nuestro protagonista y alistándose en cada salida que pueda orientar a una pista para encontrar al asesino.


Época en la que los cortes de luz también se daban con asiduidad, algo a lo que la directora recurre para contextualizar y sumergirnos en aquel entonces. La luminosidad desaparece. De repente se enciende la luz nuevamente. Lo mismo le ocurre a Chávez en su mente, al seguir diferentes indicios desmoronando y renovando su confianza y su percepción en diversas instancias. La noche de boliches como distracción y entretenimiento, evocando una música pop que conquista y enlaza al espectador con melodías que supieron hacer sonar de gran forma los muchachos del grupo Virus.
Sería quizás equivocado, o erróneo, si se permite el término, observar a Muerte en Buenos Aires como un neto policial de intriga o intentar elaborar un veredicto sobre este producto solamente analizándolo desde la seriedad que le remite a ese tipo de género en especial. En la cinta entra en juego el humor en porciones abundantes, descomprimiendo el asunto, jugando a una suerte de buddy film pero principalmente apelando a la sátira y a pasajes en donde lo bizarro se hace presente con bastante recurrencia. Es a partir de estos últimos elementos donde la película se hace más fuerte y disfrutable y desde los cuales es necesario examinarla para luego elaborar una opinión certera.
Convence el mexicano Bichir y sorprende con una más que aceptable labor el “Chino” Darín, al igual que Carlos Casella. Los secundan actores que le aportan carisma a sus personajes, como es el caso de Hugo Arana, Humberto Tortonese y Emilio Disi; y con participación acotada pero solvente Mónica Antonópulos.
Es cierto, si nos referimos a los puntos negativos, que la historia tiene algunas cuestiones o resoluciones que dan la sensación de no estar del todo pulidas, pero los apenas noventa minutos de metraje que posee, la destacable fotografía, el baño de sarcasmo y las interpretaciones hacen de Muerte en Buenos Aires un más que buen film.

LO MEJOR: musicalización, estética, actuaciones. Llevadera, con bastante humor e ironía.
LO PEOR: vueltas de tuerca o determinaciones faltas de fuerza.

PUNTAJE: 7,7

2 comentarios:

  1. Me encantan tus análisis. Hugo Zapata y el resto de los de cinesargentinos.com la tiraron abajo, pero vos fundamentas muy bien los motivos por los que te gusto.

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    1. Muchas gracias, Luciano! Realmente la mataron algunos críticos, está dividida la opinión para esta peli.
      En mi opinión creo que el error está en juzgarla analizándola solo como un mero policial. Cuando la ves te das cuenta que la película está llena de momentos de humor negro, ironía y bizarreadas, entonces no podés decir que falla por su falta de seriedad, porque no busca eso.
      Me gustó bastante, muy buena producción.
      Saludos, maestro

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