Humor, crimen y pop en los ochenta
La ópera prima de Natalia Meta
está caracterizada por valerse de una producción brillante desde la puesta en
escena. Se destaca el trabajo de ambientación logrado para plantar una estética
que merodea en la oscuridad, en las luces de neón y que juega con el color
fucsia en determinados escenarios para representar energía, entusiasmo y mucha
vibra. Interesante encuadre ochentoso, con guiños a situaciones que tuvieron
lugar en la época y con una crítica irónica hacia la corrupción y “adornos” de
quienes ocupan posiciones de poder o rangos jerárquicos elevados en los
sistemas judiciales-policíacos.
El inspector Chávez (Demián
Bichir) es el encargado de investigar un homicidio de trasfondo homosexual,
ocurrido en una distinguida zona de Buenos Aires. El agente Gómez (“Chino” Darín), intenta cooperar en la
resolución del crimen, aliándose a nuestro protagonista y alistándose en cada
salida que pueda orientar a una pista para encontrar al asesino.
Época en la que los cortes de luz también se daban con asiduidad, algo
a lo que la directora recurre para contextualizar y sumergirnos en aquel
entonces. La luminosidad desaparece. De repente se enciende la luz nuevamente.
Lo mismo le ocurre a Chávez en su mente, al seguir diferentes indicios
desmoronando y renovando su confianza y su percepción en diversas instancias.
La noche de boliches como distracción y entretenimiento, evocando una música
pop que conquista y enlaza al espectador con melodías que supieron hacer sonar
de gran forma los muchachos del grupo Virus.
Sería quizás equivocado, o erróneo, si se permite el término, observar
a Muerte en Buenos Aires como un neto
policial de intriga o intentar elaborar un veredicto sobre este producto
solamente analizándolo desde la seriedad que le remite a ese tipo de género en
especial. En la cinta entra en juego el humor en porciones abundantes, descomprimiendo
el asunto, jugando a una suerte de buddy film pero principalmente apelando a la
sátira y a pasajes en donde lo bizarro se hace presente con bastante
recurrencia. Es a partir de estos últimos elementos donde la película se hace más
fuerte y disfrutable y desde los cuales es necesario examinarla para luego elaborar
una opinión certera.
Convence el mexicano Bichir
y sorprende con una más que aceptable labor el “Chino” Darín, al igual que Carlos
Casella. Los secundan actores que le aportan carisma a sus personajes, como
es el caso de Hugo Arana, Humberto Tortonese y Emilio Disi; y con participación acotada
pero solvente Mónica Antonópulos.
Es cierto, si nos referimos a los puntos negativos, que la historia
tiene algunas cuestiones o resoluciones que dan la sensación de no estar del todo
pulidas, pero los apenas noventa minutos de metraje que posee, la destacable
fotografía, el baño de sarcasmo y las interpretaciones hacen de Muerte en Buenos Aires un más que buen
film.
LO MEJOR: musicalización, estética, actuaciones. Llevadera, con bastante humor e
ironía.
LO PEOR: vueltas de tuerca o determinaciones faltas de
fuerza.
PUNTAJE: 7,7
Me encantan tus análisis. Hugo Zapata y el resto de los de cinesargentinos.com la tiraron abajo, pero vos fundamentas muy bien los motivos por los que te gusto.
ResponderEliminarMuchas gracias, Luciano! Realmente la mataron algunos críticos, está dividida la opinión para esta peli.
EliminarEn mi opinión creo que el error está en juzgarla analizándola solo como un mero policial. Cuando la ves te das cuenta que la película está llena de momentos de humor negro, ironía y bizarreadas, entonces no podés decir que falla por su falta de seriedad, porque no busca eso.
Me gustó bastante, muy buena producción.
Saludos, maestro