martes, 20 de mayo de 2014

Historia del miedo - Crítica


Tensión + Paranoia = Miedo

Cortita es en duración (casi 80 minutos) esta particular propuesta del joven realizador Benjamín Naishtat. Difícil resulta definirla dentro de un género en especial. Se puede decir que es un drama, quizás, que oficia de psicológico dado los retazos de intriga y de nervio que se esparcen sobre cada una de las situaciones que van aconteciendo de forma gélida, inquietante y oscura. También es complicado evaluarla en términos puntuables o del tipo calificativo buena-regular-mala, aunque lejos está de ser un producto que reúna mayor cantidad de elementos negativos que positivos. De hecho, el modo en que la película está filmada, con una estética interesante, ayuda o coopera a la hora de observarla con más atención.
El relato nos sumerge en pequeños trozos de momentos en donde el temor contamina e invade el comportamiento de los seres humanos ante determinadas instancias que, por su extrañeza o por su cualidad de infrecuentes, suscitan conductas o respuestas en las que uno no sabe cómo moverse o actuar. Entre evento y evento se involucran diferentes personajes, de forma aislada, en una especie de mini fábulas; muchos de ellos comparten escena en algún que otro pasaje.


No todo lo que ocurre en Historia del miedo tiene el mismo nivel de tensión, de hecho la intermitencia y la irregularidad entre disposición de unos y otros sucesos se percibe o se detecta con facilidad. Existe, para colaborar con la provocación propia de la proyección, elementos que juegan una pasada fuerte, como lo es el factor sonoro con la casi omnipresencia de ruidos derivados de alarmas, aspas de helicópteros y melodías agudas y punzantes. De igual forma se apela, además, a la inserción del silencio para generar resultados similares; la ausencia de lo estridente cobra protagonismo, cuando es necesario, abriendo paso a primeros planos, miradas y todo aquello que le corresponda a la función del ojo de la cámara, avispado e inteligente. A veces, es verdad, algunos corredores dan la apariencia de sonar de relleno. Su ritmo manso, lento y perezoso pero de naturaleza hipnótica requiere que el espectador esté armado de paciencia para visionar los sucesos.
Naishtat hace un paneo exploratorio sobre estratos sociales opuestos. La paranoia nace desde el interior para exteriorizarse frente a imprevistos de mayor y menor calibre, ya sea ante un corte de suministro de energía, un ascensor que se detenga o el acechamiento de algún sujeto intimidante. Los rostros, estupefactos, pasmados y los cuerpos inmóviles, reflejan la (no) reacción, el desconcierto y la incertidumbre.
Una narración que no es para todos los públicos pero que lleva un sello distintivo gracias a la alternativa diferente que plantea desde el cómo. En Historia del miedo el denominador común es el asombro o la desconfianza hacia todo aquello que se exhibe como inusual o excéntrico, y nadie parece librarse de sentir esa incomodidad.

LO MEJOR: el apartado técnico-sonoro. Sin ser una película de diálogos inquieta. Tensa, rara e hipnótica.
LO PEOR: requiere tenerle paciencia por su tranco. Cuestiones irregulares.

PUNTAJE: 6

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