Super Daddy
Ya todos conocen el particular y
poco común estilo de Luc Besson en
cuanto a la construcción de las historias. Aquí en 3 días para matar, el francés se encarga del guión y de la
producción del film. El nexo lo hace con McG,
responsable de la dirección. Quienes suelen ir a ver una proyección tramada por
Besson sabiendo de qué van sus
relatos y qué tipo de situaciones se entremezclan en ellos sin demasiado
sentido de la lógica, es difícil que clamen por coherencia o sencillez. En esta
entrega no hay excepciones pero tampoco grandes sorpresas que realcen el status
o la calidad de lo que se expone en la gran pantalla. El arranque, demoledor,
con mucha fibra, adrenalina, tiros y retumbes explosivos, juega una suerte de
doble faz: una que aparenta enseñar un costado pochoclero y enérgico (algo que
si bien luego no se pierde, lejos está de ser desbordante); y otra que deja
entrever la línea humorística adoptada de ahí en adelante.
Costner encarna a
un padre ausente, muy ocupado por su trabajo (agente-espía), que al recibir el
diagnóstico de una enfermedad terminal decide al fin comenzar a pasar tiempo
con su hija. En el medio, recibe un último encargo que incluye le provean la
dosis de un remedio que le permita sobrevivir y alargar su período de vida. Sin
embargo, esta droga experimental, también puede ocasionarle alucinaciones.
Alrededor de dos horas dura 3 días para matar, algo que, para el
tipo de acontecimientos que hay por desarrollarse parece (y además se hace) extenso.
Lo que inicialmente prometía ser otra narración dotada de municiones
desparramadas y de un ritmo ágil y desenfrenado se va diluyendo con el correr
de los minutos, virando hacia una serie de hechos que se dividen y reparten
entre el drama, el thriller y la acción. Bocanadas o trozos diversos que
transforman a la película en una suerte de “multigénero”, en el que el primero
de los elementos mencionados recientemente cobra, curiosamente, más
protagonismo que los otros. Quizás allí, en ese afán de abarcar varias
temáticas a la vez es donde encontramos la dificultad central del producto escrito
por Besson; el problema no es la
exploración de diferentes subtramas o la indagación en rubros distintos, sino
su intermitencia y falta de profundidad para abordarlos, detalles que
desenlazan en ciertos pasajes al espectador.
Interesante y entretenida aunque
irregular, el film se gana unos puntos gracias a la sólida, carismática y
convincente gran interpretación de Kevin
Costner.
LO MEJOR: la actuación protagónica.
Entretiene. Agradable cuando se apela a determinadas instancias graciosas.
LO PEOR: intermitente. Da la sensación de
que se podría haber resumido en menos metraje.
PUNTAJE: 6
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