Muerto en vida
A finales de los noventa, Sam Mendes
añadía un valiosísimo ítem a su currículum, comenzando a mostrar sus
capacidades de dirección, retratando a la sociedad norteamericana (y por qué no
a otras tantas) a partir de esta tragicomedia, bordada finamente con una acertada
musicalización y pincelada con unos cuantos retazos de drama.
American Beauty destapa la cotidianeidad de la familia de clase media, apelando a
exageraciones e ironías para resaltar aún con más fervor las miserias humanas. Kevin Spacey brilla incandescentemente
en la piel de un personaje que nos narra y enseña su aburrido ritmo de vida, su
insostenible e inaguantable rutina, cansado al borde de un estallido que
desnude su sensación de hartazgo al extremo. “En cierto modo, ya estoy muerto”,
relata, y no hace falta decir más. Una relación marital ultra gastada; la
manifestación de vergüenza y rebeldía por parte de su hija y una crítica a la
comunidad y al carácter monótono y repetitivo de lo comercial.
Todo aquello que rompa con el esquema, lo nuevo, lo distinto, lo
prohibido, como componente llamativo y atrayente, exponiéndose como una bocanada
de aire fresco, una salida necesaria a los deteriorados y convencionales
hábitos. Una forma de volver a sentirse vivo. Allí aparece Mena Suvari, cautivante para los ojos de Spacey, la amiga de su primogénita. Su presencia lo moviliza, actúa
como un pase gratis a la mutación de la personalidad del protagonista, sacando
a la luz todo aquel repertorio de actividades y conductas que almacenaba en su
interior. Kevin se transforma, se va
tornando impredecible, incontrolable e impulsivo. Le pone pimienta y sentido a
su existencia.
El color rojo casi omnipresente en las escenas, en un doble juego de
pasión y tragedia. La rosa, predominante también, representando la belleza como
mera apariencia, como impacto visual y estético, aunque artificial.
Sombría, excéntrica, elegante, hipnótica, con frases milimétricamente
construidas, metafóricas, memorables y con un final arrollador, American Beauty es una de esas
proyecciones que el espectador siempre está dispuesto a volver a ver y
disfrutar como en el primer visionado.
LO MEJOR: prácticamente todo. Interpretaciones, principalmente
de Kevin Spacey. Bien filmada, buena
banda sonora. La metáfora satírica como crítica a un sistema. El final y cómo
se expone.
LO PEOR: quizás se extienda en algunos pasajes.
PUNTAJE: 9
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