Liberando el demonio interior
Dirigida por Joel Schumacher
y luego ascendiendo a la categorización de película de culto, Un día de furia es un producto que
siempre resulta atractivo a la hora de volver a visionarlo o, bien, interesante
para repasar algunas escenas memorables.
Con un Michael Douglas
netamente “on fire” llevando a cabo una enorme actuación, la historia desnuda
las miserias humanas, el desorden social, la falta de cordialidad y de
paciencia en la gente y, principalmente, la irradiación de toda la rabia
acumulada que una persona pueda almacenar en su interior, exacerbada y
magnificada con su pertinente plasmación a los hechos. ¿Quién nunca sintió,
aunque sea en efímeros momentos, la necesidad de sacarse el enojo, ante
situaciones exasperantes, y destrozar todo aquello que se le cruce en su camino
de modo intolerante?
A nuestro protagonista parece sofocarlo inicialmente una mañana acalorada,
agobiante que, para colmo, lo mantiene atorado en un embotellamiento de
tránsito infernal. Encolerizado, abandona su automóvil y decide emprender
retorno a su casa. A partir de allí, cada circunstancia poco favorable que se
interponga en el andar de Douglas
provocará sus más temibles y violentas reacciones, evolucionando en cuanto a
nivel armamentístico (comienza con un bate de béisbol) y desarrollando una
furia que parece no tener techo alguno. Del otro lado, y con su siempre
disfrutable presencia, Robert Duvall
en el traje de un oficial de policía que seguirá los rastros del causante de
consecutivos arranques de irrefrenable locura.
Schumacher logra que los inverosímiles resulten entretenidos, tragicómicos y
hasta en cierto punto cercanos a la identificación que el espectador pueda
percibir con el endemoniado personaje. Más allá de una banda sonora tensa, con nervio
y muy a tono con las diversas eventualidades que se sortean, lo atrayente del
film también encuentra lugar en su atemporalidad: la tozudez de la sociedad, el
racismo y la intolerancia como aspectos de cualquier época.
A pesar de una mutación que se torna cada vez más turbia, ¿cuántos,
en la vida real, idearon o maquinaron alguna vez su “día de furia”?
LO MEJOR: Douglas y Duvall. El ritmo de la
narración, las secuencias, algunas inolvidables como en la hamburguesería a las
que da gusto rememorar una y otra vez.
LO PEOR: ciertas determinaciones se vuelven algo repetitivas.
PUNTAJE: 7,5
No hay comentarios:
Publicar un comentario