sábado, 2 de agosto de 2014

Locke - Crítica


La importancia de los cimientos

Tom Hardy a bordo de su auto durante ochenta y pico de minutos. Recibe y realiza llamadas continuamente. Todo se exhibe en el interior del vehículo que conduce el protagonista. Locke, escrita y dirigida por Steven Knight, intenta demostrar que se puede llegar a construir un buen film con la utilización de muy pocos elementos y valiéndose tan solo de un escenario. En ese afán de mantenernos expectantes tropieza con algunas cuestiones que hacen que la historia pierda fuerza de enlace tornándose, de a ratos, algo reiterativa. Un tráiler potente y efusivo que atrae y sugiere; un relato que aun sin ser un mal producto, no acaba dejando un gran sabor.
Ivan Locke es un hombre casado, tiene dos hijos y una vida reconfortante. Trabaja en la construcción, sabe cómo manejar los asuntos en dicho rubro, muchos dependen de su organización y conocimientos para que una obra llegue a buen puerto. Algo rompe el molde y tambalea su estructura. Un llamado por el cual decide encaminarse hacia Londres a hacerse cargo de algo que requiere de su presencia. Entre tanto, sus compañeros laborales y su familia también necesitan de él, precisan saber qué le sucede y por qué se ausenta llevando a cabo ese viaje.


Película atmosférica, con la cámara enfocada sobre nuestro intérprete principal. Hardy vuelve a brindar una solvente actuación, basada en las expresiones faciales y gestuales. Se trata de una suerte de monólogo caracterizado por la complicación de las situaciones que se sortean a lo largo del metraje. La frialdad y la mesura con la que Locke maneja cada problemática tiene una doble faz: por un lado contribuye, al principio, para otorgarle una dosis de misterio a las tentativas que se van sorteando; por otra parte, y hacia la segunda mitad, le resta puntos en pasajes en los que la monotonía gana espacio.
Knight establece un notable parangón entre la profesión del personaje y su entorno. Ivan sabe que lo fundamental en todo ámbito reside en la cimentación de una base firme, sólida, para que el armazón no dé lugar a vibraciones que terminen desmoronándolo por completo. Eso sucede en el trabajo, en las relaciones humanas y afectivas, en la vida misma. El director de Hummingbird explora incluso los resentimientos del pasado como huellas que inciden o repercuten de cara al accionar futuro en un sujeto. Ivan se molesta y entristece, pero se siente seguro, decidido, nada aparenta hacerlo cambiar de parecer.
Si nos remitiésemos a films que portaron la particularidad de desenvolverse en un solo escenario, son citas casi obligadas Buried y la magnífica Phone Booth. Locke peca de no tener el mismo vigor y la propia tensión de las dos mencionadas, siendo factiblemente uno de los factores menos favorables de la proyección.
Original, con buena ambientación y estable encarnación, la cinta aprueba en el balance general, lejos de trascender y sin la energía o el empuje necesario como para elevarla un poco más.

LO MEJOR: Hardy, el comienzo, las problemáticas en las que se ve inmerso. Los resquemores y el accionar del personaje central.
LO PEOR: le falta nervio, tensión y dinámica, sobre todo al tramo final.

PUNTAJE: 6,5  

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